Bernardita Soubirous nació en Lourdes, pequeña ciudad de los Pirineos, el 7 de Enero de 1844 en una familia de molineros que vivían con cierta holgura en los primeros años de la vida de Bernardita.
Poco a poco, los problemas de salud se acumulan en la familia. Empiezan a desaparecer los molinos de agua, es el comienzo de la industrialización. Falta el dinero en el molino. Luisa y Francisco Soubirous se endeudan como tantos otros. En pocos meses se convierten en jornaleros, no teniendo más que la fuerza de sus brazos para prestar a quien les quiera dar un trabajo.
En 1854, con sus cuatro hijos tienen que abandonar el molino de Boly. Cambian varias veces de domicilio, cada vez menos caro y más pequeño hasta ser alojados gratuitamente en un único cuarto sombrío e insalubre de la antigua cárcel de la ciudad, “el Cachot”, «un tugurio infame y sombrío donde ningún ser humano podía vivir» (Procurador imperial Dufour – hablando del Cachot).
Para los Soubirous es una sucesión de miseria: paro, expulsión, sospecha, exclusión, desprecio… Bernardita tiene una salud frágil, sufre del estómago y atacada por una epidemia de cólera le quedará un asma tenaz. Bernardita forma parte de los niños que, en esta época en Francia, no saben ni leer ni escribir porque están obligados a trabajar. Está escolarizada solo por momentos en la clase de las niñas pobres del Hospicio de Lourdes dirigido por las “Hermanas de la Caridad de Nevers”.
El año 1858 fue para ella el tiempo de las apariciones.
El tiempo de las apariciones…
El 11 febrero de 1858, Bernardita Soubirous, de 14 años, sale del Cachot con su hermana y una amiga para ir a buscar leña al borde del Gave, en Massabièlle. Había que calentarse.
Todo empezó con el ruido del viento en los álamos… En el hueco de la roca, Bernardita divisa «una señora de blanco».
«¡Creí engañarme. Me froté los ojos… Volví a mirar y veía siempre a la misma señora!»
«¿Quieres tener la bondad de venir aquí durante quince días?»
La Virgen María viene de este modo a su encuentro 18 veces entre Febrero y Julio.
No le desvela su nombre hasta el 25 de Marzo. Es la 16ª aparición. La mayor parte de los encuentros son sin palabras…,
La 3ª vez, el 18 de Febrero, Bernardita escucha las primeras palabras de la Señora: «¿Quieres tener la bondad de venir aquí durante quince días?»
En medio de la quincena, el 24 y el 25 de Febrero, Bernardita recibe un mensaje «Ruega por los pecadores», y la Señora le pide «ir a beber a la fuente y lavarse»… Después de haber escarbado la tierra fangosa en el fondo de la Gruta, Bernardita descubre el manantial.
El 2 de Marzo, Bernardita recibe de la Señora una doble misión:
«Vete a decir a los sacerdotes que se venga aquí en procesión y que se construya una capilla».
« Me miraba como una persona que habla a otra persona »
A través de estos encuentros sorprendentes, Bernardita Soubirous comprende, gracias a María, que Dios se interesa por ella, que se hace cercano de los más pobres, de aquellos a los que el mundo ignora y excluye.
Durante todo ese tiempo, Bernardita no se deja intimidar, ni por los que le interrogan ni por el gentío. Se mantiene sencilla y libre.
«Estoy encargada de decíroslo, no de hacéroslo creer ».
Después, se la acoge en el Hospicio de Lourdes dirigido por las Hermanas de la Caridad de Nevers. Fue para ella el tiempo de reflexión sobre lo que quería hacer de su vida.
Después de las apariciones, el tiempo de la elección
A Bernardita Soubirous se la acoge como interna a cambio de ayuda en el Hospicio de Lourdes dirigido por las Hermanas de la Caridad de Nevers.
Allí pasó 8 años.
Ve vivir a las hermanas en el día a día con los enfermos, los ancianos pobres y con las niñas de familias sin recursos. Ciertamente, las hermanas están cerca de los más pobres, como lo pedía el fundador de la Congregación, Juan-Bautista Delaveyne.
« Quiero a los pobres, me gusta cuidar a los enfermos, me quedaré con las Hermanas de Nevers».
La comunidad acoge a Bernardita, dejándola libre para que encuentre ella misma su camino. Coge tiempo para decidirse: «Me quedo con las hermanas porque no me han forzado», y «quiero a los pobres, me gusta cuidar a los enfermos, me quedaré con las Hermanas de Nevers ».
En 1866 se va a Nevers; en adelante su vida será con las Hermanas de la Caridad de Nevers.
Bernardita en Nevers (1866-1879)
Los primeros días
La noche del 7 de Julio de 1866, con la superiora de Lourdes y otras dos jóvenes, Bernardita Soubirous atraviesa el umbral de la Casa Madre en Nevers, llamada entonces Saint-Gildard.
Nada más entrar puede leer estas palabras «Deus Charitas est», grabadas en la piedra del frontispicio de la Casa. Estas palabras hablan del espíritu de la Congregación desde su fundación.
Al día siguiente de su llegada a Saint Gildard, con su vestimenta pirenaica, Bernardita hace por última vez el relato de las apariciones ante 300 hermanas reunidas para escucharla.
Después de esto, entra en el tiempo de la formación a la vida religiosa.
Su vida cotidiana de Hermana de la Caridad de Nevers
El 30 de octubre de 1867, Bernardita, con otras 44 novicias, hace su primer compromiso en la vida religiosa. Le hubiese gustado ir a una comunidad para cuidar a los enfermos y a los pobres. A causa de su salud, queda en la Casa Madre con el empleo de ayudante de enfermera y el de la oración.
Durante esos 13 años en Saint Gildard, Bernardita será sucesivamente ayudante enfermera, responsable de la enfermería, sacristana y muy a menudo ella misma enferma. Su vida es sencilla, ordinaria. Bernardita tiene un carácter jovial, está disponible a lo que se le pida.
«No viviré un instante de mi vida sin amar»
Pasa largas temporadas en la enfermería. Un tumor en la rodilla y una tuberculosis pulmonar le hace sufrir mucho. Muere el 16 de Abril de 1879 a los 35 años. Fue enterrada en la Capilla Saint Joseph, situada en el jardín.
Será canonizada y declarada santa el 8 de Diciembre de 1933.
FUENTE: https://www.sainte-bernadette-soubirous-nevers.com
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