Arder en viva llama, helarme luego,
mezclar fúnebre queja y dulce canto,
equivocar la risa con el llanto,
no saber distinguir nieve ni fuego.
Confianza y temor, ansia y sosiego,
aliento del Espíritu y quebranto,
efecto natural, fuerza de encanto,
ver que estoy viendo y contemplarme ciego;
la razón libre, preso el albedrío,
querer y no querer a cualquier hora,
poquísimo valor y mucho brío;
contrariedad que el alma sabe e ignora,
es, María soberana, el amor mío.
¿Preguntáis quién lo causa? Vos, Señora.
Amén.
FOTOGRAFÍA: IMAGEN DE MARÍA AUXILIADORA DE MORÓN DE LA FRONTERA