Hace más de veinte
siglos unos hombres escogieron el poder para humillar a Jesús, la violencia
para colgarle de una cruz… Hoy, 2.000 años después, la mayoría de los que nos
declaramos cristianos hemos escogido la indiferencia para que Jesús no
trastoque demasiado nuestras vidas…

Te invitamos a que en este tiempo de cuaresma revises tu vida como cristiano, como
discípulo de Cristo. Este DNI que, a continuación, te mostramos, te ayudará a
recorrer con Jesús el camino del Calvario… Sólo así, podremos, unos días después,
reconocerle en el camino de Emaús y gozar para siempre de su compañía.
Conviértete. De corazón. No te preocupes por la fachada, por el
envoltorio. Jesús te conoce de sobra; no intentes engatusarle con “penitencias
de todo a cien.” Rasga tu corazón, no tus vestiduras.
Ubícate. Utiliza para tal fin “el GPS de los evangelios.” En especial,
el pasaje de Lucas (4,1-13). Acude al desierto donde te esperan un montón de
dudas, de tentaciones… Pero no te des a la fuga, Jesús no te dejará solo, si
confías en Él, saldrás victorioso.
Ayuna. Levántate todos los días con hambre de justicia. Acude a tu
trabajo con hambre de solidaridad. Relaciónate con tus hermanos con hambre de
fraternidad. Acoge las pruebas y los sinsabores con hambre de fe y acuéstate al
finalizar la jornada con hambre de Dios. Ya verás como acabarás dándote “un
atracón” de amor, de Amor del bueno.
Reza. Cierra las puertas de la desidia, de los ruidos, de las prisas,
del “cumpli-miento.” Y, ahí, en lo escondido, en el interior de tu corazón ama,
ora y habla a Dios de los hombres y a los hombres de Dios; pues nada sabe de
oración el que no ama y nada sabe de amor el que no ora.
Escucha. Precisamente porque Dios te ha dado una boca y dos oídos,
escucha el doble de lo que hablas. Pon “a cuarentena” tu lengua y escucha la
hermosa melodía que Dios, a través de las ondas de tus hermanos, pone todos los
días en tu corazón.
Santifícate. Dios, a través de este tiempo de gracia, te envía un
mensaje: “La cruz es ante todo una declaración de amor.” A pesar de que haya
gente a tu alrededor que siga prefiriendo un cristianismo de butaca, tú apuesta
por un cristianismo de cruz. Recuerda que una persona santa no es aquella que
nunca cae, sino la que siempre se levanta.
Mira. A tu alrededor. No es la cuaresma un tiempo para caminar solo. A
tu lado, Jesús sigue cayendo una y otra vez bajo el peso de la cruz. Sólo los
que tienes ojos pueden ver las necesidades de los otros y convertirse en
cireneos de tantas personas que siguen recorriendo el camino del Calvario un
día sí y otro también.
Ama. Pues sin amor despídete de entender a Dios, porque Él es eso,
precisamente Amor. Combate las dudas, los fracasos, las cruces, el dolor... a
base de amor. No olvides que si sufriendo se aprende a amar, amando se aprende
a sufrir. Si amas, la Pascua, la resurrección, la dicha de un Dios-Amor
brotará, y de qué forma, en tu vida y en la de tus hermanos… ¡Haz la prueba!