Aún con el reflejo vidrioso de todas nuestras hermanas pozocamineras en la retina, agradezco desde aquí primero a DIOS por habernos concedido esta gracia, después a su Madre MARÍA por seguir AUXILIÁNDONOS con esta bendición y a la Comunidad de Burgos, especialmente su Superiora, por habernos hecho sentir como en casa.
Ha sido un encuentro cargado de emociones y sentimientos con aquellas que han entregado su vida, gota a gota, en nuestro pueblo. Más que monumentos de piedra, hemos visitado a MONUMENTOS VIVOS que dejaron su corazón en Pozo y se llevaron con ellas un trozo del nuestro: Viñas, Mari Carmen, Elisa, Mercedes, Carmen,... y hasta Tere, de la que desde que estaba en misiones no sabíamos nada y el Señor nos la volvió a cruzar gratamente en nuestro camino.
Seguiremos contando...