sábado, 9 de enero de 2010

HIMNO DE LA SABATINA DEL 9 DE ENERO


Te tengo entre mis brazos.
Me conmueve ver tu frío,
la desnudez de tu llanto
como la lluvia en un río.
Me duele sentirte frágil,
tan pequeño y desvalido.
Suplicantemente huérfano
a la vera del camino:
un misterio a la intemperie,
abandonado y perdido.
¿Será verdad que yo tengo
entre mis brazos un niño?
Y se me anegan los ojos
casi del mismo rocío.
La carne se colorea
de un rubor reconocido.
Mi ser se estremece entero
en sus cimientos íntimos.
La carne se torna rosa
y orgullo recién nacido.
Miro mi sangre en tu sangre.
Grita la fe del instinto,
mientras te aprieto en el alma:
¡Hijo mío y Dios mío! Amén.

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