jueves, 3 de febrero de 2011

LA PRESENTACIÓN DEL SEÑOR Y LA PURIFICACIÓN DE NUESTRA SEÑORA (02/FEB)








HIMNO DE LAUDES

Adorna tu tálamo, oh Sión,
que esperas al Señor;
y acoge al esposo y a la esposa,
en vigilia de luz y de fe.

Apresúrate, oh anciano feliz,
y se cumplirá en ti el gozo prometido;
muéstranos a todos esa Luz,
que ha de revelarse a los gentiles.
Llevan los padres a Cristo y,
en el templo, ofrecen al Templo,
al que, sin deber nada a la Ley,
quiso someterse a ella.

Ofrece ya a tu Niño, oh Bienaventurada,
al que es Unigénito del Padre; a Aquel,
a través del cual somos ofrecidos,
y que es el Precio de nuestra Redención.

Avanza, oh Virgen Reina, y
presenta a tu Hijo, ya Víctima que,
porque viene a salvar a todos,
a todos invita a la alegría.

Para Ti, Señor, toda la gloria,
que te has revelado a las naciones,
con el Padre y el Espíritu Paráclito,
por los siglos de los siglos.  Amén.







HIMNO DE VÍSPERAS

Lo que antaño predijo,
lleno del Espíritu Santo,
el coro venerable de los Profetas aparece ahora
cumplido en María, la Madre de Dios.

Ella que, siendo virgen, concibió,
y, virgen, dio a luz al que es Dios del cielo
y Dueño de la tierra,
permaneció también purísima
después del parto.

En el templo del Señor, el anciano Simeón
lo tomó entre sus brazos,
complacido de poder ver a Cristo
con sus propios ojos,
según había sido su deseo.

Tú, Madre del Rey eterno que
derramas el don luminoso de la
gacia de tu Hijo, acoge benévola
los deseos de los que te suplican.

Oh Cristo, que, siendo
el Esplendor del Padre eterno,
nos descubres la hondura de sus misterios,
haz que podamos cantar para ti
el himno de la alabanza en aquella mansión
de luz inextinguible.  Amén.




FOTOGRAFÍAS: 

NTRA. SRA. DE LOS DOLORES ENGALANADA PARA LA FIESTA DE LA CANDELARIA.

PROCESIÓN DE CANDELAS EN NUESTRA PARROQUIA.




24 BREVES CATEQUESIS DE SOR EUSEBIA (III)





7. ¡Qué dicha tan hermosa para el cristiano fiel que ha sabido conformarse en sus penas y dolores con su divino modelo Cristo Jesús, Rey de todos los amores!

8. La Eucaristía es fuente de Amor.  Y mientras las almas no comulguen ni amen a María, no tendrán sus casas paz y alegría, mientras que si lo hacen, verán florecer la piedad y reinar la verdadera alegría que es la que forma a los santos.

9.  Siempre que puedan se acerquen a recibir a Jesús y Él los consolará y derramará sobre sus corazones chispazos de amor y consuelo.



miércoles, 2 de febrero de 2011

24 BREVES CATEQUESIS DE SOR EUSEBIA (II)





4.  La vida está llena de cruces y Jesús quiere por medio de esa cruz purificar nuestras alams, para llevarlas después a las eternar mansiones del Paraíso.

5.  ¿No sabe que cuanto más buenas son las almas, más las prueba el Señor?

6.  Ánimo, pues; veamos a través de la fe la mano de Dios que todo lo permite para nuestro bien y digamos como Job:  El Señor me lo dió, el Señor me lo quitó, sea pues Dios glorificado en todas las cosas.



24 BREVES CATEQUESIS DE SOR EUSEBIA (I)




1.  Amemos mucho a Jesús y prefiramos morir una y mil veces, si es necesario, antes que cometer un pecado.

2.  El día de la Virgen me acordaré mucho de ustedes y le pediré que los bendiga y los haga muy santos, que es el fin por el cual nos ha traído a la tierra, para que nos santifiquemos y seamos como flores que al acercarse junto a ellas dejan sus perfumes y encantan con sus colores.  Así deben ser las casas de los cristianos, perfumadas por medio de la oración y la comunión frecuente, para que de ellas broten esas rosas encantadoras de santidad que sean la gloria de Dios, la honradez de la familia y el honor de la Patria y la sociedad.

3.  Ame mucho a María y nunca deje, aunque se encuentre muy cansada, esa hermosa plegaria del Santo Rosario.  y la Virgen se lo recompensará con creces.

FEBRERO: MES DE SOR EUSEBIA PALOMINO





Nace en Cantalpino (Salamanca, España) el 15 de diciembre de 1899, en una familia tan rica de fe como escasa de medios económicos. Agustín, el padre, que todos recuerdan por su aspecto humilde, hombre de gran bondad y dulzura, trabaja como bracero temporal al servicio de los propietarios terratenientes de los alrededores y su madre Juana Yenes atiende la casa con los cuatro hijos.

Vive una infancia pobre pero feliz y luminosa de fe en la pobrísima casa en la que el padre, la madre y las hermanas alternan el trabajo y la oración en un clima de amor recíproco y de caridad hacia todos.
Cuando en el invierno el campo reposa y el trabajo falta, el pan escasea. Entonces el padre se ve obligado a pedir ayuda a la caridad de otros pobres en los pueblos de la zona. Algunas veces lo acompaña la pequeña Eusebia de apenas siete años, que ignorante de lo que cuestan algunas humillaciones, disfruta con aquellas caminatas por los senderos del campo y alegremente corretea y salta junto a su padre que le hace admirar la belleza de la creación, y la luminosidad del paisaje de Castilla dándole algunas catequesis que le encantan. Cuando llegan a los pueblos, sonríe a las personas buenas que lo acogen y pide «un poco de pan por amor de Dios».

El primer encuentro con Jesús Eucaristía a la edad de ocho años da a la niña una sorprendente percepción del significado de pertenecer y de ofrecerse totalmente al Señor como don. En aquella hora Sor Eusebia vive en su interior algo grande e inefable: ha surgido una llama de intenso amor a Jesús Sacramentado, que le da una "gran felicidad" en cada encuentro eucarístico.
Muy pronto tiene que dejar la escuela para ayudar a la familia y después de haber dado prueba de una madurez precoz en cuidar - aún siendo niña – a niños de algunas familias del pueblo mientras los padres van a trabajar. A los doce años va a Salamanca con su hermana mayor y se pone a servir como niñera.
Los domingos por la tarde va al oratorio festivo de las Hijas de Maria Auxiliadora, allí conoce a las hermanas, que deciden pedirle su colaboración para ayudar a la comunidad. Eusebia acepta con mucho gusto y enseguida se pone manos a la obra: ayuda en la cocina, acarrea la leña, ayuda en la limpieza de la casa, tiende la ropa en el patio grande, va a acompañar al grupo de las estudiantes a la escuela estatal y hace los mandados en la ciudad.
El deseo secreto de Eusebia, de consagrarse por entero al Señor, enciende y nutre cada vez más sus actos y su oración. Dice: «Si cumplo con diligencia mis deberes tendré contenta a la Virgen Maria y podré un día ser su hija en el Instituto». No se atreve a pedirlo, por su pobreza y falta de instrucción, no se cree digna de tal gracia: porque piensa, ¡es una congregación tan grande!.
La Superiora visitadora, con la que ella se confía, la acoge con bondad materna y le asegura: «No te preocupes de nada» y con gusto decide admitirla en nombre de la Madre General.
El 5 de Agosto empieza el Noviciado en preparación a la profesión. Se alternan horas de estudio de oración y de trabajo que constituye la jornada de Eusebia que la hacen plenamente feliz. Después de dos años – 1924 – se consagra totalmente al Señor con los votos religiosos que la vinculan mucho más a él.
Destinada a la casa de Valverde del Camino (Diócesis de Huelva). Fue en ese colegio donde esparció el aroma de su santidad y de su espíritu salesiano, como destacada hija de su fundador San Juan Bosco y de María Auxiliadora, siendo para todos y para todo, alegre, sencilla, humilde, servicial y muy dispuesta. Es encargada de la cocina y de otros trabajos comunitarios, a los que se entrega con amabilidad, servicio generoso y alegre disponibilidad. En el Oratorio festivo sigue con un apostolado eficaz a las niñas más pequeñas, pero se encuentra con frecuencia rodeada de las jóvenes y de los mismos adultos, atraídos por su espíritu de oración y por su fe convencida y convincente.
Su profundo deseo es "hacer resonar en cada casa la oración" para que en cada alma sea honrada la Pasión del Señor. Con sus numerosas cartas se hace propagandista incansable de la devoción a las Llagas del Señor, para obtener perdón y misericordia para todos los pecadores.
Tenía por costumbre rezar muy a menudo el Via Crucis. Ella insistía mucho en la necesidad de confesarse y comulgar frecuentemente para ser buenos católicos, y que procurásemos, al pasar por una iglesia, entrar para hacer un rato de compañía a Jesús Sacramentado.
Cuando, a principio de los años 30, España se está preparando a la revolución por la rabia de los sin-Dios votados para el exterminio de la religión, Sor Eusebia no duda en llevar hasta el extremo aquel principio de “disponibilidad”, pronta literalmente, a despojarse de todo. Se ofrece al Señor como víctima para la salvación de España, para la libertad de la religión.
Dios acepta la víctima. En agosto de 1932 un mal improviso es el primer aviso. Después el asma que en diversos momentos ya la había molestado, ahora llega a niveles extremos de intolerancia, se agrava con otros males que van apareciendo y atentan contra su vida. Durante tres años vive grandes sufrimientos y se acrecienta en ella el gozo de la espera del paraíso, que se le abre el 10 de febrero de 1935.

En el corazón de la noche entre el 9 y el 10 de febrero de 1935 Sor Eusebia parece dormir serenamente. Durante todo el día los restos mortales adornados con muchísimas flores, son visitados por toda la población de Valverde.
Todos repiten la misma expresión: «Ha muerto una santa»...
Sus retos reposan en Valverde del Camino (Huelva, España).
Es beatificada por Juan Pablo II el 25 de abril del 2004, en Roma.
La memoria litúrgica se celebra el 9 de febrero.






lunes, 31 de enero de 2011

SAN JUAN BOSCO (31/ENE)




Juanito Bosco nació el 16 de agosto de 1815, en un pequeño caserío de Castelnuovo D’Asti, en el Piamonte, llamado popularmente “I Becchi”.



Siendo todavía niño, la muerte de su padre le hizo experimentar el dolor de tantos pobres huerfanitos de los que se hará padre cariñoso. Pero encontró en su madre Margarita un ejemplo de vida cristiana que incidió profundamente en su ánimo.


A los nueve años tuvo un sueño profético: le pareció estar en medio de una multitud de muchachos entregados a sus juegos, pero algunos de ellos blasfemaban. Rápidamente Juanito se arrojó sobre los que blasfemaban, con sus puños y a patadas para hacerlos callar; pero he aquí que se presenta un Personaje que le dice: “No con golpes, sino con la mansedumbre y con la caridad deberás ganarte a estos tus amigos.. Yo te daré la Maestra bajo cuya disciplina llegarás a ser sabio; y sin la cual, toda sabiduría se convierte en necedad”. El Personaje era Jesús y la Maestra María Santísima, a cuya guía se abandonó toda la vida y la honró con el título de “Auxiliadora de los cristianos”.


Así fue como Juan quiso aprender a ser saltimbanqui, prestidigitador, cantor, titiritero, para poder atraerse a los compañeros y mantenerlos alejados del pecado. “Si están conmigo, decía a su mamá, no hablan mal”.


Queriendo ser sacerdote para dedicarse enteramente a la salvación de los niños, mientras trabajaba de día, pasaba las noches sobre los libros, hasta que, a la edad de veinte años, pudo entrar en el Seminario de Chieri y ser ordenado Sacerdote en Turín en 1841, a los 26 años.


En aquellos tiempos, Turín estaba llena de muchachos pobres en busca de trabajo, huérfanos o abandonados, expuestos a muchos peligros para el alma y para el cuerpo. Don Bosco comenzó a reunirlos los Domingos, ya en una iglesia, ya en un prado, ya en una plaza, para hacerlos jugar e instruirlos en el Catecismo, hasta que, después de cinco años de enormes dificultades, logró establecerse en el barrio periférico de Valdocco y abrir su primer Oratorio.


En él, los muchachos encontraban comida y alojamiento, estudiaban o aprendían un oficio; pero, sobre todo aprendían a amar al Señor. Santo Domingo Savio era uno de ellos.

Don Bosco era muy querido por sus “pilluelos” (así los llamaba él) hasta lo inverosímil. A quien le preguntaba el secreto de tanto ascendiente sobre ellos, respondía: “Con la bondad y el amor trato de ganar para el Señor a estos mis amigos”. Por ellos sacrificó todo el poco dinero que poseía, su tiempo, su ingenio que era capaz de todo, su salud. Con ellos se hizo santo. Para ellos fundó la Congregación Salesiana, formada por sacerdotes y laicos que quieren continuar su obra y a la que señaló como “fin principal el sostener y defender la autoridad del Papa”.


Queriendo extender su apostolado también a las muchachas, fundó con Santa María Dominica Mazzarello la Congregación de las Hijas de María Auxiliadora.

Los Salesianos y las Hijas de María Auxiliadora se extendieron por todo el mundo al servicio de los jóvenes, de los pobres y de los que sufren, con escuelas de todo género y grado, institutos técnicos y profesionales, hospitales, dispensarios, oratorios y parroquias.


Dedicó todo su tiempo libre, que muchas veces lo robaba al sueño, para escribir y divulgar opúsculos fáciles para la instrucción cristiana del pueblo.

Fue, además de hombre de caridad muy activa, un místico entre los más grandes. Toda su obra tuvo su origen y fuente en la íntima unión con Dios, que desde joven cultivó cuidadosamente y se desarrolló en el abandono filial y fiel al designio que Dios había predispuesto para él, guiado paso a paso por María Santísima, que fue la Inspiradora y la Guía de todas sus empresas.


Pero su perfecta unión con Dios estuvo, acaso como en pocos Santos, unida a una humanidad entre las más ricas por bondad, por inteligencia y por equilibrio, a lo cual hay que añadir el valor de un conocimiento excepcional del alma humana, madurado en las largas horas transcurridas diariamente en el ministerio de las confesiones, en la adoración al Santísimo Sacramento y en el continuo contacto con los jóvenes y con personas de toda edad y condición.


Don Bosco formó generaciones de santos porque recordaba a sus jóvenes el amor de Dios, la realidad de la muerte, del juicio de Dios, del infierno eterno; la necesidad de rezar, de evitar el pecado y las ocasiones que conducen a pecar y de acercarse frecuentemente a los Sacramentos.


“Queridos míos, yo os amo con todo mi corazón y basta que seáis jóvenes para que yo os ame muchísimo”. Amaba de tal modo que cada uno pensaba que él era su predilecto.


“Encontraréis escritores mucho más virtuosos y doctos que yo; pero difícilmente podréis encontrar alguien que os ame más en Jesucristo y más desee vuestra verdadera felicidad”.


Agotado en sus fuerzas por el trabajo incesante, enfermó gravemente. Particularmente conmovedor: muchos jóvenes ofrecieron al Señor la propia vida por él. “... Lo que he hecho, lo he hecho por el Señor... Se habría podido hacer más... Pero lo harán mis hijos... Nuestra Congregación es conducida por Dios y protegida por María Auxiliadora”.



Una de sus recomendaciones fue ésta: “Decid a los jóvenes que los espero en el Paraíso...”.



El 31 de enero de 1888 expiraba en su pobre habitación en Valdocco, a la edad de 72 años.



El 1 de abril de 1934, Pío XI, que tuvo la dicha de conocerlo personalmente, lo proclamó Santo.