lunes, 7 de septiembre de 2009

SALVE, VIRGEN DE LA CINTA




Dios te salve, Luna llena,

de celestiales reflejos,

Aurora bella en la noche,

de la mañana Lucero:

Hija del eterno Padre,

Madre del Divino Verbo,

con celeste amor Esposa

del Espíritu supremo.


Salve, ¡Oh mísitico Sagrario!,

viviente y precioso templo,

donde obró la Trinidad

los decretos del Eterno.


¡Oh dulcísima María!

Sacra Emperatriz del Cielo,

por tu concepción sin mancha

desde el instante primero

llenos de fe te pedimos

que salves a nuestro pueblo

y lo mires con piedad

con amor benigno y tierno.


Gimiendo y llorando estamos

de mil males padeciendo:

como impiedades, blasfemias,

guerras, piratas e incendios,

y a ti acudimos ¡Oh Madre!

porque sin Ti no hay remedio.


Sed siempre la estrella y guía

de los pobres marineros,

llevando sus pobres naves

a puerto de salvamento.

¡Madre mía de la CINTA!

dadnos tus dulces consuelos

a los que de Ti esperamos

gozar la gloria del Cielo,

en la bienaventuranza

de Dios, por siglos eternos.


Cantemos "Ave María"

para que tiemble el infierno


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