HIMNO
Aún te duele, María, el corazón;
no puedes alejar del pensamiento
el martirio de tu Hijo y el tormento
de su muerte en la Cruz, de su Pasión.
Lo descifras inmersa en la oración,
perseveras confiada en el momento
que en pasajes del Nuevo Testamento
profetizó será tu exaltación.
Tú eres el barro que alcanzó el perdón
y logró el celestial advenimiento
por rendido y humano acatamiento
de tu calvario en la corredención.
No has caído en el mal, la tentación
de renunciar a tu mandamiento,
y por tu virginal alumbramiento
eres el cauce de la salvación.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Amén.
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