Fotografía de Marina Pérez González
HIMNO DE LA SABATINA
Bendita eres, María,
la criatura electa,
remando de agua clara, milagrosa,
inmaculada vía,
la niña predilecta,
la joven inocente y amorosa.
Nítida lozanía
de la mujer dilecta,
sumisa esclava, reina dadivosa,
Madre de la Alegría,
Casa de oro, perfecta,
el Arca de la Alianza prodigiosa.
Te rindes al Amado
como Eva salvadora
reservando sin mancha tu virtud.
Su Verbo has encarnado,
piadosa servidora,
con su sombra triunfal nació la Luz.
En tu jardín cercado
surge la Nueva Aurora,
luminaria de Vida en plenitud.
Al mundo has liberado
por ser corredentora
unida a su martirio y a su Cruz.
Te elogian en el cielo,
"La bienaventurada"
te llaman todas las generaciones.
Escancias el consuelo,
Señora consagrada,
mediadora de gracias y de dones.
Eres guía y modelo,
amada y venerada,
refugio de dolientes corazones.
El mimoso desvelo
de tu vida abnegada
es bálsamo en efluvio de oraciones.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Amén.
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