viernes, 11 de marzo de 2011

MIÉRCOLES DE CENIZA EN NUESTRA PARROQUIA










 

HIMNO DE LAUDES

A nuestro alrededor hierve un abismo
de corrupciones, drogas y miseria,
de pingües beneficios, de materia,
de lujo, de placer, de paganismo.

La locura del mal, su paroxismo
se ha desatado en carnaval de feria
y el orbe se desangra por la arteria
de la sensualidad, del egoísmo.

¡Qué mundo tan cruel!, ¡qué ingratitudes!
¿No veis que está clavado, que agoniza,
que Cristo va a morir y es inocente?

Valorad esa sangre, multitudes.
Cubramos los cabellos de ceniza,
humillemos al polvo nuestra frente.  Amén.






MEDITACIÓN

LA CUARESMA, UN CAMINO HACIA LA VERDADERA LIBERTAD

Desde los orígenes, la Cuaresma se ha vivido como un tiempo de preparación inmediata al bautismo, el cual se administraba solemnemente durante la Vigilia pascual.  La Cuaresma entera se vivía como un camino hacia el encuentro con Cristo, como una vida nueva.  Nosotros ya estamos bautizados, pero no siempre dejamos que el bautismo actúe en nuestra vida cotidiana.  Por eso, la Cuaresma es un nuevo catecumenado por el cual nos dirigimos otra vez hacia nuestro bautismo, para redescubirlo, para volverlo a vivir en profundidad, para llegar de nuevo a ser verdaderos cristianos.

Nunca la conversión se hace de una vez para siempre, sino que es un proceso, un camino interior que dura toda la vida.  Este itinerario de conversión evangélica no puede quedar limitado a un periodo particular del año; es un camino de cada día que debe abrazar la globalidad de la existencia, todos los días de nuestra vida.  ¿Qué es en realidad convertirse?  Podríamos decir que la conversión consiste en no considerarnos como "creadores" de nosotros mismos y, por aquí, descubrir la verdad, puesto que nosotros no somos nuestos propios autores.  La conversión consiste en la libre y amorosa aceptación de nuestra total dependencia de Dios, nuestro verdadero Creador, una dependencia de amor.  No es un obstáculo, es la libertad.

BENEDICTO XVI






HIMNO DE VÍSPERAS

Somos una verdad a media,
por eso algo nos duele siempre demasiado.
¿Y la mirada?  Ahí habita el llanto
y un esplendor de incógnitas cenizas,
insaciable y tenaz como la sombra.

Damos un paso:  tiento de tinieblas
al borde del veloz abismo diario,
del furor de la muerte que se apresta
certera a derribar el corazón.

Por eso vuelvo a Ti
con tu nombre brillando entre los ojos
contra el vacío sin dios,
y me detengo, certidumbre
de polvo enamorado
ante la muerte que se va llamándonos.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo.  Amén.



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