Dios te salve, Luna llena,
de celestiales reflejos,
Aurora bella en la noche,
de la mañana Lucero:
Hija del eterno Padre,
Madre del Divino Verbo,
con celeste amor Esposa
del Espíritu supremo.
Salve, ¡Oh mísitico Sagrario!,
viviente y precioso templo,
donde obró la Trinidad
los decretos del Eterno.
¡Oh dulcísima María!
Sacra Emperatriz del Cielo,
por tu concepción sin mancha
desde el instante primero
llenos de fe te pedimos
que salves a nuestro pueblo
y lo mires con piedad
con amor benigno y tierno.
Gimiendo y llorando estamos
de mil males padeciendo:
como impiedades, blasfemias,
guerras, piratas e incendios,
y a ti acudimos ¡Oh Madre!
porque sin Ti no hay remedio.
Sed siempre la estrella y guía
de los pobres marineros,
llevando sus pobres naves
a puerto de salvamento.
¡Madre mía de la CINTA!
dadnos tus dulces consuelos
a los que de Ti esperamos
gozar la gloria del Cielo,
en la bienaventuranza
de Dios, por siglos eternos.
Cantemos "Ave María"
para que tiemble el infierno