Salve, María, Madre del Rosario.
Salve, princesa de la humanidad.
Tiende tu mano a los que imploramos,
siempre nos proteja tu bondad.
Los que, peregrinos en tierra de paso,
buscamos alivio a nuestros dolores
te invocamos Madre, Reina de los cielos,
sabiendo que Tú estás simepre atenta,
nos cuidas con mimo, nos colmas de amores.
El Rosario, Señora, es nuestro homenaje
de amor encendido en tu devoción.
Son sus misterios preciosos hogares
en donde encontramos retazos de tu corazón.
No nos olvides, Madre amorosa,
en el momento de nuestra partida.
Por tu Rosario, divina Señora,
nos lleves a Cristo y hallemos la vida. Amén.
Esta conmemoración fue constituida por el papa Pío V en el día aniversario de la victoria obetenida por los cristianos en la batalla naval de Lepanto (1571), victoria atribuida a la Madre de Dios, invocada por la oración del rosario. La celebración de este día es una invitación para todos a meditar los misterios de Cristo, en compañía de la Virgen María, que estuvo asociada de un modo especialísimo a la encarnación, pasión y la gloria de la resurrección del Hijo de Dios.
Rezar el santo Rosario
no sólo es hacer memoria
del gozo, el dolor, la gloria,
de Nazaret al Calvario.
Es el fiel itinerario
de un realidad vivida,
y quedará entretejida,
siguiendo al Cristo gozoso,
crucificado y glorioso,
en el Rosario, la vida.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
Fotografías correspondientes a los cultos a la Virgen del Rosario de Isla Cristina