A la sombra de Dios, anonadada,
te pliegas a su sabia voluntad,
aceptas tu Pasión con humildad
en torre de David fortificada.
Alcázar de Sión eres llamada,
das valor en tu gran debilidad;
gracia, en tu virginal maternidad;
refugio, al pecador, en tu morada.
Suplicas comprensión por tus desvelos,
tus pesares y tu melancolía,
al Padre que halló en ti su complaciencia.
Él conoce tus místicos anhelos
de estar siempre en su amante cercanía,
de vivir a su lado, en tu presencia.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Amén.