viernes, 13 de noviembre de 2009

MARÍA, MEDIADORA DE TODOS LAS GRACIAS



La fiesta de María Mediadora de todas las Gracias la instituyó el Papa Benedicto XV en 1921; en ella se nos invita a recurrir siempre con confianza a esta mediación de la Madre del Redentor.


La Santísima Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la Divina Providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor, y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras Él moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. (Lumen Gentium, 61)

Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Santísima Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.

Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador. (Lumen Gentium, 62)

jueves, 5 de noviembre de 2009

5 DE NOVIEMBRE: SANTA ÁNGELA DE LA CRUZ



LAS BIENAVENTURAZAS DE SOR ÁNGELA DE LA CRUZ

  • Bienaventurada porque por mi amor te hiciste pobre sin apegarte a nada de la tierra.


  • Bienaventurada por los muchos actos de mansedumbre que hiciste.


  • Bienaventurada porque lloraste tus pecados y los ajenos.


  • Bienaventurada porque tuviste hambre y sed de agradarme y de perfección.


      • Bienaventurada porque fuiste misericordiosa, privándote de comida, de descanso y vestido, para que los pobres comieran, descansaran y vistieran.


      • Bienaventurada porque tuviste el corazón limpio de afectos desordenados y siempre juzgaste bien a los demás.


      • Bientaventurada porque fuiste el ángel de paz de la Comunidad.


      • Bienaventurada porque padeciste persecuciones por mi amor.

      lunes, 2 de noviembre de 2009

      Receta para la VIDA ETERNA


      ¡¡FELICIDADES A TODOS!!

      Tras estos días, donde hemos recordado la vocación común a la santidad, sigamos reflexionando que la SANTIDAD no es un fin, no es una meta... es un ESTILO DE VIDA. Una vida en la que como testigos de Jesucristo, continuamos su labor de construcción del Reino de Dios.


      "MEDICAMENTO PARA LA VIDA ETERNA"



      1.- No olvides que, si vives, es porque otros existieron antes que tú. Da gracias a Dios por tus familiares difuntos. Reza todos los días, durante este mes, por ellos. (Jn 11,1-45)

      2.- Lee la Palabra de Dios que habla de esperanza, eternidad y perdón. Te situará y te hará ver que Dios cumple lo que promete. (Rom 5,5)

      3.- Relativiza situaciones y conflictos. No merece la pena vivir con rencores. La vida es demasiado corta como para recorrerla sin amor y sin humor. (Mt 18,21-35)

      4.- Piensa en qué puedes mejorar y a quién le puedes hacer un inmenso bien. Todos podemos superarnos en algo: carácter, críticas, actitudes o egocentrismo. (Jn 8,12)

      5.- Lucha por la vida. “Mientras hay vida hay esperanza” canta un viejo proverbio. Defiéndela, en este año de la vida, especialmente en nombre de aquellos que por injustas leyes son aniquilados antes de nacer. (Jn 10,10)

      6.- “Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír”. No te dejes vencer por las dificultades. Agárrate a la oración. (Mt 16,14-66)

      7.- Vive el presente como si fuera el último día de tu vida. Nunca sabremos cuándo nos llegará nuestra hora, que no te quede nada importante por hacer y vivir. Di a tus seres queridos lo mucho que los quieres. (Mt 6,19-20)

      8.- No olvides los pequeños detalles con los que te rodean. Haz que tu vida ordinaria, sea extraordinaria.

      9.- Vive con intensidad cada momento. Pero, sobre todo, llénalo de fe, esperanza y amor. Entre otras cosas porque, ese momento, puede ser decisivo en tu encuentro personal con Dios: “al atardecer de la vida me examinarán del amor”.(Jn 15,9-17)

      10.- Irradia alegría. Ello denotará muchas cosas: el contenido de tu corazón y que, el Señor, camina junto a ti.

      1 DE NOVIEMBRE: 54 AÑOS CAMINANDO COMO PARROQUIA
























      jueves, 29 de octubre de 2009

      LOTERÍA DE NAVIDAD 2009


      PUNTOS DE VENTA:
      FARMACIA
      TIENDA DE CARMELO
      TIENDA DE LOLA
      BAR VR
      BAR TITO NINO
      RESTAURANTE PINO GRANDE
      BAR SHEREZADE (ISLA CRISTINA)

      martes, 27 de octubre de 2009

      V ANIVERSARIO DE LA ADMA EN IMÁGENES



























      ¡¡FELICIDADES A TODOS LOS ARCHICOFRADES Y DEVOTOS DE MARÍA AUXILIADORA!!


      CARTA A UN DEVOTO DEL CORAZÓN DE MARÍA (SAN ANTONIO MARÍA CLARET)



      San Antonio María Claret escribió esta carta en 1864, año en que se publicó el opúsculo "Las tardes de verano", con el que guarda algunos paralelismos al exponer la doctrina sobre la Virgen. Le movió a ello la petición de un devoto que deseaba crecer cada día más en esta devoción. El Santo le dice: «No podíais pedir cosa más de mi gusto». Así manifestaba, una vez más, su profundo amor filial hacia la Virgen , que había crecido en su corazón ya desde la infancia.


      TEXTO DE SAN ANTONIO MARÍA CLARET


      Muy señor mío: Acabo de recibir vuestra estimadísima carta, con que me pedís os diga alguna cosa para crecer cada día más y más en la devoción del Inmaculado Corazón de María. Querido amigo, no me podíais pedir cosa más de mi gusto. Yo quisiera que todos los cristianos tuvieran hambre y sed de esta devoción. Amad, amigo mío, amad, y amad muchí­simo, a María.
      Y para que suba más de punto vuestra devoción, y también para satisfacer vuestros deseos, os diré que debemos amar a María Santísima: 1.° Porque Dios lo quiere. 2.° Porque ella lo merece. 3.° Porque nosotros lo necesitamos, por ser ella un poderosísimo medio para obtener todas las gracias corporales y espirituales y, finalmente, la salud eterna

      .
      1. DIOS LO QUIERE


      Debemos amar a María Santísima porque Dios lo quiere. Amar es querer bien al amado, es hacerle bien, es hacerle participante de sus bienes, pues el mismo Dios nos da ejemplo y nos excita a amar a María. El eterno Padre la escogió por Hija suya muy amada; el Hijo eterno la tomó por Madre, y el Espíritu Santo, por Esposa; toda la Santísima Trinidad la ha coronado por Reina y Emperatriz de cielos y tierra y la ha constituido dispensera de todas las gracias.
      Debéis saber, amigo mío, que María Santísima es obra de Dios y es la más perfecta que ha salido de sus manos después de la humanidad de Jesucristo; en ella brillan de un modo muy particular la omnipotencia, la sabiduría y la bondad del mismo Dios.
      Es propio de Dios el dar las gracias a cada criatura según el fin a que la destina, y como Dios destinó a María para ser madre, hija y esposa del mismo Dios y madre del hombre, de aquí se infiere qué corazón le daría y con qué gracias la adornaría.



      2. ELLA LO MERECE


      Debemos amar a María Santísima porque ella lo merece. María Santísima lo merece por el cúmulo de gracias que ha recibido sobre la tierra, por la eminencia de la gloria que posee en el cielo, por la dignidad casi infinita de Madre de Dios a que ha sido sublimada y por las prerrogativas adheren­tes a esta sublime dignidad.
      María fue como el centro de todas las gracias y bellezas que Dios había distribuido a los ángeles, a los santos y a todas las criaturas. María había de ser la Reina y Señora de los ángeles y de los santos, y, por lo mismo, debía tener más gracias que todos ellos ya en el primer instante de su ser. María había de ser la Madre del mismo Dios. Es un principio de filosofía que entre la forma y las disposiciones de la materia ha de haber cierta proporción; la dignidad de Madre de Dios es aquí como la forma, y el corazón de María es la materia que ha de recibir esta forma. ¡Oh, qué cúmulo de gracias, virtudes y otras disposiciones se agrupan en aquel santísimo y purísimo corazón!


      Desde que Dios determinó hacerse hombre, fijó la vista en María Santísima, y desde entonces dispuso todos los prepara­tivos necesarios, la hizo nacer de los patriarcas, profetas, sacerdotes y reyes, y todas las gracias de éstos reunió en María, y quiso que María fuese la nata y la flor de todos ellos. Además, la previno con bendiciones de dulzura y puso sobre su cabeza una corona de piedras preciosas, esto es, gracias y bellezas; pero mucho más enriqueció su corazón.
      En el corazón de María se han de considerar dos cosas: el corazón material y el corazón formal, que es el amor y voluntad.



      El corazón material de María es el órgano, sentido o instrumento del amor y voluntad; así como por los ojos vemos, por los oídos oímos, por la nariz olemos y por la boca hablamos, así por el corazón amamos y queremos.



      Dicen los teólogos que las reliquias de los santos merecen veneración y culto: 1.° Porque han sido miembros vivos de Jesucristo. 2.° Porque han sido templos del Espíritu Santo. 3.° Porque han sido órganos de la virtud. 4.° Porque serán instru­mentos de la gracia y de milagros. 5.° Porque ellos serán glorificados después de la resurrección.
      El corazón de María reúne estas propiedades y muchas otras más: 1.° El corazón de María no sólo fue miembro vivo de Jesucristo por la fe y la caridad, sino también origen, manantial de donde se tomó la humanidad. 2.° El corazón de María fue templo del Espíritu Santo y más que templo, pues que de la preciosísima sangre salida de este inmaculado corazón formó el Espíritu Santo la humanidad santísima en las purísimas y virginales entrañas de María en el gran misterio de la encarnación. 3.° El corazón de María ha sido el órgano de todas las virtudes en grado heroico, y singularmente en la caridad para con Dios y para con los hombres. 4.° El corazón de María es, en el día, un corazón vivo, animado y sublimado en lo más alto de la gloria. 5.° El corazón de María es el trono en donde se dispensan todas las gracias y misericordias.
      María es verdaderamente Madre de Dios. A la manera que [a] una mujer que ha parido un hombre se la llama y es madre de aquel hombre que parió, así también María Santísi­ma es y se llama con toda propiedad Madre de Dios, porque le concibió y parió; [a] la mujer que parió al hombre se la llama y es madre de todo aquel hombre, que es un compuesto del alma y cuerpo, y aunque el alma viene de solo Dios, así también María Santísima es Madre de Dios, porque ese divino compuesto de persona divina, alma racional y cuerpo natural es el término de la generación en las purísimas y virginales entrañas de María. Esta dignidad de Madre de Dios es la que más le enaltece, porque es una dignidad casi infinita, porque es madre de un ser infinito; es más de cuanto posee en gracia y en gloria. Los doctores y Santos Padres dicen que por los frutos se conoce el árbol, según consta del Evangelio; pues ¿qué diremos de María, que ha dado a luz aquel bendito Fruto que tanto elogió Santa Isabel cuando dijo: “¡Bendito el fruto de tu vientre! ¿De dónde a mí, que la madre de mi Señor me venga a ver?”



      Dice Santo Tomás que el fuego no prende en el leño hasta que éste tiene los mismos grados de calor que aquél; pues bien, si para que de la sangre del corazón de María se formase la humanidad a que se había de juntar la divinidad era preciso que tuviese una disposición casi divina, ¿qué diremos ahora de María si, además de considerarla Madre de Dios, junta­mos las demás gracias que después recibió de Jesús?.


      Jesús por donde pasaba hacía bien a todos, más o menos según la disposición en que los hallaba; ¿qué pensaremos de las gracias y beneficios que dispensaría a María, en que pasó no rápida­mente, sino que estuvo con mucha detención en sus entrañas nueve meses y a su lado treinta y tres años, y hallándose siempre con la más buena disposición y preparación para recibir los beneficios de Jesús? A estas gracias se han de juntar también las que recibió del Espíritu Santo en el día de Pentecostés, y, además, se han de añadir las que ella agenció con el ejercicio de tantas y tan heroicas virtudes en todo el decurso de su santísima y larga vida, acompañada de aquella continua y fervorosa meditación en la que, según el profeta, se enciende la llama del divino amor. Al conside­rar San Buenaventura la gracia de María, exclama diciendo: «La gracia de María es una gracia inmensísima, multiplicísima»: Gratia Mariae, gratia est immensissima, gratia multiplicissima.


      No sólo se han de considerar las gracias que María ha obtenido para ser y por haber sido Madre de Dios y las gracias que recibió de Jesucristo, del Espíritu Santo y ella se granjeó con su cooperación, sino también es indispensable fijar la atención en la multitud de incomparables prerrogativas que tan grande dignidad le han acarreado. Referiremos algunas:

      1.ª De haber sido preservada del pecado original, a que indispensablemente había de incurrir a no haber sido ella la destinada para Madre del mismo Dios; para esto, Dios le dotó de un corazón inmaculado, purísimo, castísimo, humildísimo, mansísimo, santísimo, pues que de la sangre salida de este corazón se había de formar el cuerpo del Dios humanado.


      2.ª De haber concebido y parido en el tiempo aquel mismo Hijo de Dios que el eterno Padre había engendrado en la eternidad. No lo dudes, dice San Buenaventura, el eterno Padre y la Virgen sagrada han tenido un mismo y único hijo.


      3.ª Así como el eterno Padre tuvo este divino Hijo sin perder nada de su divinidad, así también la santísima Virgen María ha concebido y parido este mismísimo Hijo sin el menor detrimento de su santísima virginidad.


      4.ª De haber tenido un legítimo poder para mandar al Señor absoluto de todas las criaturas, pues que éste es un derecho que la naturaleza da a todas las madres; derecho a que ha querido sujetarse gustosamente, pues dijo que había venido no para derogar la ley, sino para cumplirla con más perfección que los demás hombres; y el evangelista San Lucas nos da testimonio de cómo obedecía a su Madre y a San José: Et erat subditus eis. Mas este derecho hace tanto honor a María Santísima, que San Bernardo dice que no sabe qué es más digno de admiración, si el que Jesús obedezca a María o el que María pueda mandar a Jesús; porque, dice el Santo, el que Dios obedezca a una mujer es una humildad sin ejemplo y el que una mujer mande a un Dios es una elevación sin igual.


      5.ª Ha sido la Esposa del Espíritu Santo de una mane­ra infinitamente más noble que las otras vírgenes, pues que las otras apenas merecen el ser aliadas a ese divino esposo en cuanto al alma, mientras que María lo ha sido no sólo en cuanto al alma, sino también en cuanto al cuerpo, aunque de la manera más casta. La alianza que ha habido entre el Espíritu Santo y las vírgenes castas sólo ha servido para la producción de los actos de virtudes, pero la alianza entre este divino Espíritu y María Santísima ha producido de una manera la más inefable el Señor de las virtudes, Cristo Señor nuestro.

      6.ª Ha sido como el término, por decirlo [así], y la coronación de la Santísima Trinidad : María universum sanctae Trinitatis complementum, porque ha producido el más excelente fruto de su fecundidad ad extra, como dicen los teólogos; es decir, ha producido un Dios hombre. María ha producido un sujeto capaz de dar a la Santísima Trinidad un honor cual la Santísima Trinidad se merece; honor que todas las criaturas juntas, y aunque éstas se multiplicaran muchísimas veces, no eran capaces de pagar como lo hace el Hijo de María, Dios y hombre verdadero.


      7.ª En haber sido hecha Reina y Señora de todas las criaturas por haber concebido y parido al Verbo divino, por quien fueron hechas todas las cosas, como dice San Juan.


      3. EFICACIA DE ESTA DEVOCIÓN


      Debemos amar a María y ser sus verdaderos devotos porque la devoción a María Santísima es un medio poderosísi­mo para alcanzar la salvación. Es la razón por que María puede salvar a sus verdaderos devotos, porque quiere y porque lo hace. María puede, porque es la puerta del cielo; María quiere, porque es la madre de misericordia ; María lo hace, porque ella es la que obtiene la gracia justificante a los pecado­res, el fervor a los justos y la perseverancia a los fervorosos; por esto, los Santos Padres la llaman la rescatadora de los cautivos, el canal de la gracia y la dispensera de las misericor­dias. Por esto se ha dicho que el ser devoto de María es una señal de predestinación, así como es una marca de reprobación el no ser devoto o adverso de María.
      La razón es muy clara. Nadie se puede salvar sin el auxilio de la gracia que viene de Jesús, como cabeza que es de la Iglesia o cuerpo, y María es como el cuello que junta, por decirlo así, el cuerpo con la cabeza; y así como el influjo de la cabeza al cuerpo ha de pasar por el cuello, así, pues, las gracias de Jesús pasan por María y se comunican al cuerpo o a los devotos, que son sus miembros vivos: In Christo fuit plenitudo gratiae sicut in capite fluente; in Maria sicut in collo transfundente.



      María por los Santos Padres es llamada la escala del cielo, porque por medio de María Dios ha bajado del cielo y por medio de María los hombres suben al cielo. Y cuando la Iglesia dice que esta Reina incomparable es la puerta del cielo y la ventana del paraíso, nos enseña con esas palabras que todos los elegidos, justos o pecadores, entran en la man­sión de la gloria por su mediación; con esta sola diferencia, que los justos entran por ella como por la puerta de llano, pero los pecadores por la ventana, que es María; por la escalera, que es María. Por tanto, amigo mío, en María, después de Jesús, hemos de poner toda nuestra confianza y esperanza de nuestra eterna salvación. Haec peccatorum scala, haec mea maxima fiducia est, haec tota ratio spei meae . Unica peccatorum advocata, portus tutissimus, naufragantium omnium salus. Peccatorem quantumlibet foetidum non horret... donec horrendo Judici miserum reconciliet.
      ¡Oh!, dichoso el que invoca a María con confianza, que él alcanzará el perdón de sus pecados, por muchos y por graves que sean; alcanzará la gracia y, finalmente, la gloria del cielo, que tanto deseo a usted y a todos.
      DESDE ESTE HUMILDE RINCÓN FELICITAMOS DESDE AQUÍ A NUESTROS PÁRROCOS, PRIMERA COMUNIDAD CLARETIANA EN NUESTRA DIÓCESIS