- Dejad a Jesús actuar y manteneos ante Él como alguien que nada ve, nada sabe, nada puede y nada vale; no resistáis en nada, pero dejaos maniobrar y llevar.
- Regla única: Todo sentimiento, todo pensamiento, toda inspiración que no se presente con paz, suavidad y dulzura, debe ser absolutamente rechazado como cosa muy mala.
- Jamás se debe seguir un movimiento interior que no deje el espíritu sereno ante Dios, que no os atraiga, o no os una únicamente a Dios.
- No toméis otras resoluciones que las marcadas por una gran paz y dulzura, que os den ánimo y confianza y os lleven a Dios con facilidad.
- Regla general que debe ser seguida en conciencia: Todo pensamiento que produzca desasosiego y obstinación, un combate o una perturbación, debe ser considerado como tentación y ser rechazado.
- No intentéis aclarar dudas durante el tiempo en que provoquen agitación; entonces solamente conviene pensar y establecer la paz y un sereno reposo: es la perla del Evangelio.
- Para distinguir un movimiento de Jesús de nuestra propia actividad: Jesús actúa siempre por su espíritu sobre la voluntad y, por ella, en todas nuestras facultades... de una manera uniforme; su acción es fuerte, pero suave, unida y sin perturbación, tendiendo además a la unión con Él.
- Es más necesario intentar aplicarnos pacífica y amorosamente a agradar a Dios en todos los movimientos de nuestro corazón que a rebuscar aquello en que le faltamos.
- Un gran principio de la vida espiritual es simplificar las cosas: cuanto más sencilla y uniforme sea nuestra conducta tanto más perfecta será.
- Que nada os extrañe, tened paciencia: con el tiempo, la ciencia y la oración superaréis todas las dificultades. Son las tres armas del misionero, armas defensivas y ofensivas.
- Las marcas más infalibles de la presencia de Dios en medio de nosotros son el espíritu de paz, de dulzura, de caridad mutua, de sencillez, humildad, obediencia y regularidad.
- La tolerancia: aún cuando tengáis razón con vuestros compañeros, debéis pensar que hay muchas maneras de hacer el bien.
Venerable P. Francisco María Pablo Libermann