María, luz del cielo cuya brillante esencia
es luz de toda ciencia y del saber raudal;
tu Nombre será antorcha cuyo fulgor ahuyente
de mi agitada mente la lobreguez letal.
María, cuyo Nombre es música más suave
que el cántico del ave y que del agua el sol;
tu Nombre será fuente do beban su armonía
mi tosca poesía, mi pobre inspiración.
María, a cuyo Nombre la divina justicia
al pecador propicia se inclina a perdonar;
tu Nombre sea, cuando la eternidad se me abra,
la última palabra que exhale al expirar.
Amén.
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