Me gustas y te amo
porque eres tan humilde,
perteneces al grupo
pequeño de la gente
que no tiene nombre
ni historia, ni raíces.
Me acerco tu paisaje
de pobreza, de mujer,
porque estás escondida
en el pueblo y careces
de apellidos y voz.
Amo tu hogar sin lumbre
y esas tus manos huérfanas
de manos y palomas.
Solo un río de rosas
te salpica muy hondo
y estás en el anónimo
milagro de la espera.
Amén.
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