BLANCA COMO UN CIRIO,
PURA COMO UN LIRIO,
LA VIRGEN DIVINA
AL TEMPLO CAMINA,
LLEVANDO EN SUS BRAZOS
CUAL RAYO DE LUZ
AL NIÑO JESÚS.
CUANDO SIMEÓN
VE A CRISTO EN SIÓN
LE TOMA Y LE MIRA,
Y CANTA Y SUSPIRA.
MARÍA: ¡QUÉ ESPADA
DE PENA Y DOLOR
HERIRÁ TU AMOR!
LA VIRGEN MARÍA,
DESPUÉS DE AQUEL DÍA,
MIRABA A JESÚS,
ENTRE DOS LADRONES,
CLAVADO EN LA CRUZ. AMÉN.
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