HIMNO DE LAUDES
En el templo entra María,
más que nunca pura y blanca,
luces del mármol arranca,
reflejos al oro envía.
Va el Cordero entre la nieve,
la Virgen nevando al Niño,
nevando a puro cariño
este blanco vellón leve.
Las dos tórtolas que ofrece
ya vuelan y ya se posan.
Ana y Simeón rebosan
gozo del tiempo que crece,
que estalla, que está; no hubo
quien, viendo al blanco alelí,
dijera -por ti, por mí-
que al hielo esta noche estuvo.
Ya ha cesado la nevada;
y el Niño, tan blanco, blanco,
oye que va a ser el blanco
de contradicción, la espada,
ay, para su Madre, y mueve
hacia ella sus ojuelos,
regalando desconsuelos,
como si él no fuera nieve.
Gloria al Padre, gloria al Hijo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
MEDITACIÓN
MIS OJOS HAN VISTO A TU SALVADOR
Ahí tenéis, hermanos míos, entre las manos de Simeón, un cirio encendido. Encended en esta lámpara vuestros cirios. Acercaos a él y quedaréis iluminados de manera que vosotros mismos seréis más que portadores de unas lámparas: unas luces alumbrarán vuestro interior y el exterior de vosotros mismos y a vuestros prójimos.
¡Poned una lámpara en vuestro corazón, en vuestra mano, en vuestra boca! Que la lámpara que tenéis en vuestro corazón brille para vosotros mismos, que la lámpara que tenéis en vuestra mano y en vuestra boca brille para vuestro prójimo. La lámpara de vuestro corazón es la devoción que inspira la fe; la lámpara de vuestra mano, el ejemplo de las buenas obras; la lámpara de vuestra boca, la palabra que edifica. Porque no debemos contentarnos con ser luz a los ojos de los hombres gracias a nuestros actos y a nuestras palabras, sino que debemos brillar también delante de los ángeles por nuestra oración y delante de Dios por nuestra intención. Nuestra lámpara delante de los ángeles es la pureza de nuestra devoción, que nos impulsa a cantar recogidamente o a orar con fervor en su presencia. Nuesra lámpara delante de Dios es la sincera resolución de dar gusto únicamente a aquel ante el cual hemos encontrado gracia.
BEATO GUERRICO DE IGNV
Abad cisterciense (1080-1157)
HIMNO DE VÍSPERAS
El justo Simeón al Verbo humano
abraza y a la muerte apetecida
grato se ofrece, al tiempo que la Vida
tiene y el mismo Espíritu en su mano.
Y cual canoro cisne, el sabio anciano,
ya su esperanza y gran edad cumplida,
alegre de su fin, la agradecida
voz funeral así levanta ufano:
"La muerte agaro, ¡oh claro Sol, que abierta
senda nos muestras a la vida ausente!,
llegue a y en paz el cuerpo desanime;
no precie ya, quien ve tu luz presente,
ver otra luz, ni el que la firme y cierta
salud alcanza, la mortal estime".
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Amén.
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