En las suaves montañas, ya la última huella
se borra lentamente de la luz vespertina.
Lámpara del crepúsculo, temblorosa estrella
sobre el muro se enciende. El Señor la destina
a advertir a las almas que recuerden aquella
tarde del Gran Misterio, que los siglos domina,
en que fue cielo el casto seno de una Doncella
y la raza del hombre se hizo raza divina.
Entre la paz augusta que desciende a los montes,
plegaria de la tierra, la voz de la campana
llena de melodías los vagos horizontes...
Hacia arriba se tornan las miradas tranquilas,
y en una gran dulzura, toda la angustia humana
del corazón rebosa y tiembla en las pupilas...
Amén.
IMAGEN DE MARÍA AUXILIADORA DE CÓRDOBA
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