¿Por qué tan tristes hoy están tus ojos,
que el fluir silencioso de su llanto
acibar es para tus labios rojos,
y rocío hibernal sobre tu manto?
¿Qué cuitas inquietantes, qué secretos
escalan, con el alba mensajera,
de tu bello jardín, los verdes setos,
en al aura que baña la ribera?
¿Quién -otra vez- mezcló, en esponja fría,
la hiel con el vinagre del sayón;
quién hizo realidad la profecía
del verable anciano Simeón?
El audaz e insaciable enemigo,
negra mano con uñas de araña,
vio, con envidia, gran campo de trigo,
y entre la siembra, puso la cizaña.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo.
Amén.
FOTOGRAFÍA: MARÍA SANTÍSIMA DE LA ESTRELLA (TRIANA, SEVILLA)
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