Zagala divina,
bella labradora,
boca de rubíes,
ojos de paloma;
Santísima Virgen,
soberana aurora,
arco de los cielos
y del sol corona;
tantas cosas cuentan
sagradas historias
de vuestra hermosura,
que el alma me roban.
Que tenéis del cielo,
Morena graciosa,
la puerta en el pecho,
la llave en la boca.
Vuestras gracias me cuentan,
zagala hermosa;
mientras más me dicen,
más me enamoran.
Dícenme que sois
de las tres Personas
el trono divino
en que asisten todas;
que ya el Padre Eterno
Hija suya os nombra,
el Hijo su Madre,
y el Amor su Esposa.
Que tenéis la cara
como cuando llora
sobre blancos lirios
la mañana aljófar;
que sois nieve pura
sobre quien deshojan
purpúreos claveles
o encarnadas rosas.
Yo no sé quien sirve
hermosuras locas,
flores de la tierra
que la muerte corta;
y deja de amaros,
divina Señora,
a cuya belleza
la luna se postra.
Vuestras gracias me cuentan,
zagala hermosa;
mientras más me dicen,
más me enamoran.
Amén
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