HIMNO DE LAUDES
En el templo entra María,
más que nunca pura y blanca,
luces del mármol arranca,
reflejos al oro envía.
Va el Cordero entre la nieve,
la Virgen nevando al Niño,
nevando a puro cariño
este blanco vellón leve.
Las dos tórtolas que ofrece
ya vuelan y ya se posan.
Ana y Simeón rebosan
gozo del tiempo que crece,
que estalla, que está; no hubo
quien, viendo al blanco alelí,
dijera -por ti, por mí-
que al hielo esta noche estuvo.
Ya ha cesado la nevada;
y el Niño tan blanco, blanco,
oye que va a ser el blanco
de contradicción, la espada,
ay, para su Madre, y mueve
hacia ella sus ojuelos,
regalando desconsuelos,
como si él no fuera nieve.
Gloria al Padre, gloria al HIjo,
gloria al Espíritu Santo,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO DE VÍSPERAS
Ya han transcurrido los cuarenta días
desde la fecha en que nació Enmanuel,
Rey de naciones, lumbre de Israel,
la salvación del mundo, el Mesías.
Y tú, que siendo virgen, concebías,
y tú, la vencedora de Luzbel,
Madre del niño-Dios, del nuevo Abel,
respetas a las bajas jerarquías.
Permaneces de pie en el antetemplo,
esperas te reciba el sacerdote,
vas a purificarte, sin pecado.
Tu sumisión es magistral ejemplo
y dos tórtolas es sobrado lote
para ser un mortal mundificado.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu Santo. Amén.
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