Virgen, pura azucena, lirio en el valle,
cándida y limpiamente concebida,
Virgen donde se mide el sin medida,
preciosa cinta a su divina talle.
Jardín donde no hay flor que no se halle
de las virtudes de que estáis vestida,
árbol en cuya planta esclarecida
la sierpe antigua para siempre calle.
Dos Evas tuvo el mundo; la primera
pidió manzanas, flores la segunda
de la vara que alzó del mundo el luto.
Virgen en vuestro Fruto el mundo espera;
Cristo es el Fruto, y de esa Flor redunda:
sin Cristo no hay salud, sin flor no hay fruto.
Gloria al Padre, gloria al Hijo, gloria al Espíritu.
Amén.
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