Del discurso de Juan Pablo II a los peregrinosque fueron a Roma para la beatificación
(21-X-2002)
Me alegra acogeros, queridos peregrinos que habéis venido para la beatificación de María de la Pasión. Saludo a la superiora general de las Franciscanas Misioneras de María, así como al nuevo equipo de consejeras. Queridas hermanas, doy gracias por vuestra vocación, que une contemplación y misión, y por el valioso testimonio de vuestras comunidades internacionales, signo de fraternidad y de reconciliación para los pueblos. Os animo a acrecentar cada vez más en ellas el amor fraterno, en un clima impregnado de la alegría y la sencillez franciscanas. Os invito a proseguir, con caridad y en la verdad, el diálogo entablado con las culturas. Ojalá que, profundizando en la rica espiritualidad de vuestra fundadora, ayudéis a las jóvenes a descubrir la alegría de entregarse totalmente a Cristo. A los fieles presentes, a las Franciscanas Misioneras de María, a las personas que trabajan con ellas y a las que se benefician de su apostolado, les imparto de todo corazón la bendición apostólica.
[L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 25-X-2002]
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