El pasado mes de Junio, el Papa Benedicto XVI bendijo solemnemente la estatua de San Luis Orione, colocada en uno de los nichos exteriores de la Basílica Vaticana. Algo nos toca a la FAMILIA SALESIANA pues Don Luis Orione fue discípulo de Don Bosco, al que admiró e imitó como modelo de santidad apostólica. En la estatua bendecida por el Papa, Don Orione tiene en sus manos un libro abierto del Evangelio y en él aparece esculpida esta frase, tomada de sus escritos: “SÓLO LA CARIDAD SALVARÁ EL MUNDO”. Al disponernos este mes de Septiembre a emprender o recomenzar tantas cosas, tantas actividades, quizás puede ser bueno grabar muy dentro este mensaje que nos llega de San Luis Orione, que es el mensaje de San Francisco de Asís, de San Antonio María Claret, de San Juan Bosco y, sobre todo, de JESÚS DE NAZARET. En la vida cristiana, la caridad es el corazón de la fe; no es simplemente un mandamiento, sino la respuesta al don del amor con el que Dios viene a nuestro encuentro.
Toda nuestra vida, todas nuestras actividades y compromisos serán verdaderamente cristianos si proceden del amor y en el amor se realizan; y, como queda esculpido en la estatua de San Luis Orione, la caridad, y sólo ella, nos salvará y salvará el mundo.
Oh María, Madre de la Iglesia y Auxilio de los cristianos, insertada de modo singular en el misterio de la Encarnación, ayuda a tu pueblo y socorre a cuantos en sus dificultades, recurren a Ti. Ayúdanos a todos a escoger las realidades que no sufren ocaso: la fe, la esperanza y la caridad. Ayúdanos, Madre a vivir la caridad, la mayor de todas las virtudes porque “Dios es amor” y “donde hay amor, allí está Dios” (Juan Pablo II)
Toda nuestra vida, todas nuestras actividades y compromisos serán verdaderamente cristianos si proceden del amor y en el amor se realizan; y, como queda esculpido en la estatua de San Luis Orione, la caridad, y sólo ella, nos salvará y salvará el mundo.
Oh María, Madre de la Iglesia y Auxilio de los cristianos, insertada de modo singular en el misterio de la Encarnación, ayuda a tu pueblo y socorre a cuantos en sus dificultades, recurren a Ti. Ayúdanos a todos a escoger las realidades que no sufren ocaso: la fe, la esperanza y la caridad. Ayúdanos, Madre a vivir la caridad, la mayor de todas las virtudes porque “Dios es amor” y “donde hay amor, allí está Dios” (Juan Pablo II)
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