miércoles, 19 de febrero de 2025

CAMINA CONMIGO (V), FRASES PARA EL CAMINO: SAN JUAN MARÍA VIANNEY, CURA DE ARS






SAN JUAN MARÍA VIANNEY (1786-1859)

Nombrado patrono de los sacerdotes por Benedicto XVI



1.  Hemos de orar con frecuencia, pero debemos redoblar nuestras oraciones en las horas de prueba, en los momentos en que sentimos el ataque de la tentación.


2.  Por muchas que sean las penas que experimentemos, si oramos, tendremos la dicha de soportarlas enteramente resignados a la voluntad de Dios; y por violentas que sean las tentaciones, si recurrimos a la oración, las dominaremos.


3.  La tercera condición que debe reunir la oración para ser agradable a Dios es la perseverancia.  Vemos muchas veces que el Señor no nos concede enseguida lo que pedimos; esto lo hace para que lo deseemos con más ardor.


4.  Hay personas que no aman al buen Dios, que no le rezan y que prosperan; es mal signo.  ¡Han hecho un poco de bien a través de mucho mal!  El buen Dios les da su recompensa en esta vida.


5.  Cuando no tenéis el amor de Dios en vosotros sois muy pobres.  Sois como un árbol sin flores y sin frutos.


6.  Cuando nos abandonamos a nuestras pasiones, entrelazamos espinas alrededor de nuestro corazón.


7.  El pecado es el verdugo del buen Dios, es el asesino del alma...  ¡Ofender al buen Dios, que solo nos ha hecho bien!  ¡Contentar al demonio, que tan solo nos hace mal!  ¡Qué locura!


8.  Por una blasfemia, por un mal pensamiento, por una botella de vino, por dos minutos de placer...  ¡Por dos minutos de placer perder a Dios, tu alma, el cielo...  para siempre!


9.  ¿Por qué no somos capaces de beneficiarnos más del sacramento de la penitencia?  Porque no buscamos todos los secretos de la misericordia del buen Dios, que no tiene límites en este sacramento.


10.  Cuando el sacerdote da la absolución, no hay que pensar más que en una cosa:  que la sangre del buen Dios corre por nuestra alma lavándola y embelleciéndola como era después del bautismo.


11.  Si uno tuviera suficiente fe, vería a Dios escondido en el sacerdote como una luz tras su fanal, como un vino mezclado con el agua.  Hay que mirar al sacerdote, cuando está en el altar o en el púlpito, como si Dios mismo se tratara.


12.  Estamos en este mundo, pero no somos de este mundo, puesto que decimos todos los días:  Padre nuestro que estás en los cielos.


13.  Cuando rechazamos la cruz, nos equivocamos porque, hagamos lo que hagamos, la cruz siempre está presente y no podemos escapar de ella.  ¿Qué tenemos que perder?  ¿Por qué no amar nuestras cruces y servirnos de ellas para ir al cielo?


14.  ¡Cuánto amo las pequeñas mortificaciones que nadie ve!, como levantarse un cuarto de hora antes o levantarse un ratito para rezar por la noche, pero hay personas que solo piensan en dormir.


15.  La Santa Virgen está entre su Hijo y nosotros.  Aunque seamos pecadores, Ella está llena de ternura y de compasión hacia nosotros.  El niño que más lágrimas ha costado a su madre es el más querido.


16.  La misericordia de Dios es como un torrente desbordado.  Arrastra los corazones a su paso.  No es el pecador quien va a Dios a pedirle perdón, es Dios quien va al pecador  y le hace volver a su vida.


17.   Los hay que entregan al Padre celestial un corazón duro.  ¡Cómo se equivocan!  El Padre, para destrozar su justicia, ha entregado al Hijo un corazón excesivamente bueno:  no se da lo que no se tiene.


18.  ¡Si comprendiéramos lo que significa ser hijos de Dios!


19.  Las tentaciones que más hay que temer son los pequeños egoísmos, la alta estima de uno mismo, los halagos y aplausos.


20.  Cuando vamos a confesarnos, debemos entender lo que estamos haciendo.  Se podría decir que desclavamos a nuestro Señor de la cruz.


21.  María, no me dejes ni un instante, estate siempre a mi lado.  Volvamos a Ella con confianza, y estaremos seguros de que, por miserables que seamos, Ella obtendrá la gracia de nuestra conversión.


22.  No son las largas oraciones las más bellas, sino las que salen del corazón con un verdadero deseo de agradar al Padre.















martes, 18 de febrero de 2025

CAMINA CONMIGO (IV), FRASES PARA EL CAMINO: SAN CLAUDIO DE COLUMBIÈRE







CLAUDIO DE COLUMBIÈRE (1641-1682)

Jesuita francés, misionero y autor de obras de espiritualidad, dirigió espiritualmente a Santa Margarita M.ª de Alacoque y propagó la devoción del Corazón de Jesús.




1.  Cuando se ha empezado a gustar de Dios, poco espacio queda en el corazón para las criaturas y poco también para el recuerdo.

2.  Es una burda ilusión la de los falsos devotos que se persuaden de que están llenos de amor de Dios, aunque alimentan en su corazón aversiones y envidias al prójimo.

3.  Dios será siempre bueno con nosotros si esperamos en Él.  Es preciso no juzgar la conducta de un Padre tan bueno por el exceso de nuestras ingratitudes, por muy malos que seamos.

4.  Si María no hubiera sido más pura que los ángeles, el Verbo no habría venido dignamente a habitar en Ella.

5.  ¡Hablo poco de Ti, Dios mío!  Es que pienso poco en Ti y que te amo también poco.

6.  María ha recibido más que ninguna otra criatura, y eso mismo la humilla, porque no lo ha merecido.

7.  Es necesario querer sin reserva todo lo que Dios quiere.

8.  Abandona sin reserva el pasado y el porvenir en la misericordia de Dios.

9.  Haz ver que amas a Dios tanto en las cruces como en los consuelos.

10.  Todo cuanto haces por el prójimo redunda más en beneficio tuyo que suyo.

11.  El mal que has hecho no es nada en comparación con el que haces faltando a la confianza.

12.  ¿Me alaban los hombres?  Pues se engañan, es una injusticia que hacen a Dios.

13.  Dichosa la debilidad que sirve de aumento a la humildad  y nos obliga a poner en Dios toda nuestra esperanza.

14.  ¡Qué lejos estaríamos de llevar mal el ser pospuestos a todo el mundo, si tuviéramos cabal conocimiento de nosotros mismos y quisiéramos recordar todas las faltas que hemos cometido!

15.  Que Dios nos conceda la gracia de vivir y morir en el Sagrado Corazón de Jesús, nuestro tesoro y nuestro amor.

16.  Permanece siempre en el Corazón de Jesús con todos los que se han olvidado completamente de sí mismos y no piensan sino en amar y glorificar a Aquel que es el único merecedor de todo nuestro amor y de toda nuestra gloria.

17.  La humildad y la obediencia te sacarán de todos los peligros.

18.  El Corazón de Jesús está siempre dispuesto a recibirnos y a servirnos de asilo, de morada y de paraíso en esta vida.

19.  De todas las clases de confianza, la que honra más al Señor es la de un insigne pecador que está tan persuadido de la misericordia infinita de Dios, que todos sus pecados le parecen un átomo en presencia de esta misericordia.

20.  Ya sé, Señor, que no es justo hacer favores a un ingrato, pero no es tu justicia lo que pido, sino tu misericordia.

21.  Ten grandes sentimientos de la bondad de Dios, que es infinitamente más grande de lo que puedas concebir, y cree, a pesar de todas las razones en contra, que Él te ama no obstante todas tus miserias.

22.  Es maravilloso ver cuántos beneficios temporales y espirituales me han venido con la enfermedad.

sábado, 15 de febrero de 2025

CANALES DEL CONSUELO

 




“Recordemos que, si vivimos para ‘servirnos’ del pueblo en vez de ‘servir’ al pueblo, el sacerdocio y la vida consagrada se vuelven estériles. No se trata de un trabajo para ganar dinero o tener una posición social, ni tampoco para resolver la situación de la familia de origen, sino que se trata de ser signos de la presencia de Cristo, de su amor incondicional; del perdón con el que quiere reconciliarnos; de la compasión con la que quiere hacerse cargo de los pobres. Nosotros fuimos llamados para ofrecer la vida por los hermanos y las hermanas, llevándolos a Jesús, el único que cura las heridas del corazón”.


“La oración nos hace salir del yo, nos abre a Dios, nos vuelve a poner en pie porque nos pone en sus manos; crea en nosotros el espacio para experimentar la cercanía de Dios, para que su Palabra nos sea familiar y, a través de nosotros, lo sea a todos los que encontramos. Sin la oración no se va lejos. Finalmente, para superar la mediocridad espiritual, no nos cansemos nunca de invocar a la Virgen María, nuestra Madre, y de aprender de ella a contemplar y seguir a Jesús”.

“Es triste cuando nos replegamos en nosotros mismos, convirtiéndonos en fríos burócratas del espíritu. Entonces, en vez de servir al Evangelio, nos preocupamos de gestionar las finanzas y de llevar adelante algún negocio que nos resulte ventajoso. Es escandaloso cuando esto sucede en la vida de un sacerdote o de un religioso, que, por el contrario, deberían ser modelos de sobriedad y de libertad interior. En cambio, qué hermoso es mantenerse rectos en las intenciones y libres de componendas con el dinero, abrazando con alegría la pobreza evangélica y trabajando junto a los pobres. Y qué hermoso es ser signos luminosos de disponibilidad total al Reino de Dios, viviendo el celibato. No permitamos que esos vicios, los cuales quisiéramos arrancar de los demás y de la sociedad, se encuentren bien arraigados en nosotros. Por favor, estemos alerta a la comodidad mundana”.

“Estamos obligados a entrar en el corazón del misterio cristiano, a profundizar la doctrina, a estudiar y meditar la Palabra de Dios; y al mismo tiempo a permanecer abiertos a las inquietudes de nuestro tiempo, a las preguntas cada vez más complejas de nuestra época, para poder comprender la vida y las exigencias de las personas; para entender de qué manera tomarlas de la mano y acompañarlas”.

“En sus testimonios me recordaron cuán difícil es vivir la misión en una tierra tan rica de bellezas naturales y recursos, pero herida por la explotación, la corrupción, la violencia y la injusticia. Hablaron también de la parábola del buen samaritano; es Jesús que pasa por nuestros caminos y, especialmente a través de su Iglesia, se detiene y se hace cargo de las heridas de los oprimidos. Queridos hermanos y hermanas, el ministerio al que están llamados es precisamente este: ofrecer cercanía y consolación, como una luz siempre encendida en medio de la oscuridad. Y para ser hermanos y hermanas de todos, séanlo en primer lugar entre ustedes. Testigos de fraternidad, jamás en guerra; testigos de paz, aprendiendo a superar también las particularidades de cada cultura y origen étnico, para que, como afirmó Benedicto XVI al dirigirse a los sacerdotes africanos: «vuestro testimonio de vida pacífica, por encima de los confines tribales y raciales, puede tocar los corazones» (Exhort. ap. Africae munus, 108)”.



“Cuando permanecemos dóciles en las manos de Dios, Él nos modela y hace de nosotros personas reconciliadas, que saben abrirse y dialogar, acoger y perdonar, poner ríos de paz en las áridas estepas de la violencia. Y, así, cuando soplan, impetuosos, los vientos de los conflictos y de las divisiones, estas personas no pueden ser quebrantadas, porque están llenas del amor de Dios. Sean ustedes también así, dóciles al Dios de la misericordia, sin jamás dejarse quebrantar por los vientos de las divisiones”.





Papa Francisco 
El Congo, 02/02/2023
Fuente:  Vaticannews