HIMNO DE VÍSPERAS (I)
Viste el cielo de azul, el sol de oro,
de blancas azucenas los altares,
junio exhibe sus galas singulares,
la Iglesia, entre tesoros, su Tesoro.
El pueblo aclama a Dios, clamor sonoro,
ritos, rezos, cantores y cantares...
¡Oh pueblo del Señor, si tú callares,
las piedras alzarían voz en coro!
¡Corpus Cristi, espendor de tierra y Cielo!
¡Corpus Cristi entre incienso, amor y flores,
con ángeles y niños en develo,
de toda raza y lengua adoradores...!
¡Corpus Cristi español, bronces al vuelo,
"Cantemos al amor de los amores"! Amén.
HIMNO DE LAUDES
Sagrado día, lleno de gozo:
en él resuenan solemnes cánticos
y se renuevan los corazones,
las obras y las voces.
Cena postrera que nos recuerda
la Ley antigua, y Cristo entrega
su Cuerpo y Sangre como Pan ácimo:
Cordero sin pecado.
Al hombre frágil le da su Carne,
al oprimido le da su Sangre.
Dice: Tomadlos y bebed siempre
los pobre y los débiles.
Así instituye el Sacrificio:
lo encomienda a los presbíteros,
al ordenarles que lo reuneven
por ellos y los fieles.
Pan de los ángeles comen los hombres,
Maná novísimo para los pobres.
¡Oh maravilla y gran portento!
¡Dios, sustento del siervo!
Trinidad Una, que se agradezca
con fervor íntimo tan gran entrega,
y a tu Luz única al fin lleguemos
siguiendo tus senderos.
Amén.
ORACIÓN DE VÍSPERAS (II)
De rodillas, Señor, ante el sagario,
que guarda cuanto queda de amor y de unidad.
Venimos con las flores de un deseo,
para que nos las cambies en frutos de verdad.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Como ciervos sedientos que van hacia la fuente,
vamos hacia tu encuentro, sabiendo que vendrás;
porque el que la busca es porque ya en la frente
lleva un beso de paz.
Como estás, mi Señor, en la custodia
igual que la palmera que alegra el arenal,
queremos que en el centro de la vida
reine sobre las cosas tu ardiente caridad.
Cristo en todas las almas, y en el mundo la paz.
Amén.
MEDITACIÓN
«El pan de los ángeles, el pan del hombre en camino, el verdadero pan de los hijos de Dios»
Dios todopoderoso y eterno, heme aquí, acercándome al sacramento de vuestro Hijo único, nuestro Señor Jesucristo. Enfermo como estoy, vengo al médico de quien depende mi vida; sucio, a la fuente de la misericordia; ciego, al hogar de la luz eterna; pobre y desprovisto de todo, al dueño del cielo y de la tierra.
Imploro, pues, tu misericordia, tu inagotable generosidad, a fin de que te dignes curar mis enfermedades, lavar mis suciedades, iluminar mi ceguera, cubrir mi desnudez; y que así pueda yo recibir el pan de los ángeles (sl 77,25), al Rey de reyes, al Señor de los señores (1Tm 6,15), con toda reverencia y humildad, toda mi contrición y devoción, toda la pureza de mi fe, toda la firmeza de mis propósitos y la rectitud de intención que requiere la salvación de mi alma.
Dame, te lo ruego, no recibir simplemente el sacramento de tu Cuerpo y de tu Sangre, sino toda la fuerza y eficacia del sacramento. Oh Dios, lleno de dulzura, concédeme recibir de tal modo el Cuerpo de tu Hijo único, nuestro Señor Jesucristo, este cuerpo material que él recibió de la Virgen María, que merezca ser incorporado a su Cuerpo místico y contado entre sus miembros.
Padre lleno de amor, concédeme que este Hijo muy amado que me preparo a recibir ahora bajo el velo que conviene a mi estado de viajero, pueda un día contemplar a cara descubierta y por la eternidad, a él que, siendo Dios, vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo por los siglos de los siglos. Amén.
SANTO TOMÁS DE AQUINO
Dominico italiano,
se le considera guía principal del pensamiento católico en filosofía y teología.
Es doctor de la Iglesia (1225-1274)