- Ayuna de juzgar a otros: descubre el sabio que vive en ellos.
- Ayuna de palabras hirientes: llénate de palabras sanadoras.
- Ayuna de descontento: llénate de gratitud.
- Ayuna de enojos: llénate de paciencia.
- Ayuna de pesimismo: llénate de esperanza verdadera.
- Ayuna de preocupaciones: llénate de confianza en Dios.
- Ayuna de quejarte: llénate de aprecio por la maravilla que es la vida.
- Ayuna de las presiones: llénate de serenidad, calma y paz.
- Ayuna de amargura: llénate de perdón.
- Ayuna de darte importancia a ti mismo: llénate de comprensión.
- Ayuna de ansiedad sobre tus cosas: comprométete en extender el Reino de Dios.
- Ayuna de desaliento: llénate de fe sincera y verdadera.
- Ayuna de pensamientos mundanos: llénate de todo lo que te acerque al Señor.
REFLEXIÓN
- Los que me han hecho sufrir, tal vez no sean tan malos.
- Los que no son de mis ideas, tal vez no sean intratables.
- Los que piensan de otro modo, tal vez no sean ignorantes.
- Los que no me son simpáticos, tal vez sean buenas personas.
- Los que son más jóvenes que yo, tal vez no sean unos inexpertos.
- Los que son más viejos que yo, tal vez no sean unos atrasados.
- Los que obtienen más éxitos que yo, tal vez se lo hayan merecido.
- Los que me contradicen, tal vez tengan razón.
- Los que me han hecho un favor, tal vez lo han hecho de mil amores.
- Los que van en mi misma dirección, tal vez buscan lo mismo por otros caminos.
- Los que "pasan" de lo que me importa, tal vez me ayudan a buscar lo verdaderamente importante.
- Los que no me lo ponen fácil, tal vez me obligan a renovar el esfuerzo y la ilusión día a día.