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miércoles, 25 de noviembre de 2015

MAMÁ MARGARITA, MADRE DE SAN JUAN BOSCO (25/NOV/2015)









Margarita Occhiena nació el 1 de abril de 1788 en Capriglio (Asti, norte de Italia). Casada con Francisco Bosco, se trasladó a vivir a I Becchi. Después de la muerte prematura de su marido, Margarita, a sus 29 años, tuvo que sacar adelante a su familia, ella sola, en un tiempo de hambruna cruel. Cuidó de la madre de Francisco y de su hijo Antonio, a la vez que educaba a sus propios hijos, José y Juan. Éste último sería sacerdote y el fundador de la Congregación Salesiana.
Mujer fuerte, de ideas claras, de fe recia, decidida en sus opciones, observaba un estilo de vida sencillo y se preocupó de la educación cristiana de sus hijos. Educó a tres chicos de temperamento muy diferente y más de una vez se vio obligada a tomar decisiones extremas (tal como tener que mandar fuera de casa al más pequeño, Juan, a fin de preservar la paz en casa y ofrecerle la posibilidad de estudiar).
Corría el año 1848 cuando, con un cariño especial, acompañó a su hijo Juan en su camino hacia el sacerdocio y fue entonces, a sus 58 años, cuando abandonó su casita y tranquilidad en su pueblo y le siguió en su misión entre los muchachos pobres y abandonados de Turín. Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron sus vidas con los inicios de la Congregación Salesiana. Ella fue la primera y principal cooperadora de don Bosco y, con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al Sistema Preventivo.
Fue así como, aún sin saberlo, llegó a ser la "cofundadora" de la Familia Salesiana, capaz de formar a tantos santos, como Domingo Savio y Miguel Rua. Era analfabeta pero estaba llena de aquella sabiduría que viene de lo alto, ayudando, de este modo, a tantos niños de la calle, hijos de nadie. Para ella Dios era lo primero, así consumió su vida en el servicio de Dios, en la pobreza, la oración y el sacrificio.
Murió a los 68 años de edad, en Turín, un 26 de noviembre de 1856. Una multitud de muchachos que lloraban por ella como por una madre, acompañó sus restos al cementerio.






        


martes, 26 de noviembre de 2013

MAMÁ MARGARITA, MADRE DE DON BOSCO (25/NOV)





25 de noviembre: VENERABLE MARGARITA OCCHIENA (1788-1856)
Capriglio

Margarita Occhiena nació el 1 de abril de 1788 en Caprig.lio (Asti) y recibió el bautismo, el mismo día, en la iglesia parroquial.
Francisco Bosco

Vivió en su casa hasta unirse en matrimonio con Francisco Bosco. Más tarde, se trasladó a vivir a Becchi. Después de la muerte prematura de su marido, Margarita, a sus 29 años, tuvo que sacar adelante a su familia, ella sola, en un tiempo de hambruna cruel. Cuidó de la madre de Francisco y de su hijo Antonio, a la vez que educaba a sus propios hijos, José y Juan.
Mujer fuerte

Mujer fuerte, de ideas claras. Decidida en sus opciones, observaba un estilo de vida sencillo y hasta severo. Se mostraba, sin embargo, amable y razonable en cuanto se refería a la educación cristiana de sus hijos. Educó a tres chicos de temperamento muy diferente sin mortificar jamás al ninguno de ellos ni intentar igualarlos a los tres.

Más de una vez se vio obligada a tomar decisiones extremas (tal como tener que mandar fuera de casa al más pequeño a fin de preservar la paz en casa y ofrecerle la posibilidad de estudiar); con gran fe, sabiduría y valentía, miraba de comprender la inclinación de cada hijo, ayudándoles a crecer en generosidad y en espíritu emprendedor.
la primera y principal cooperadora de Don Bosco

Con un cariño especial acompañó a su hijo Juan en su camino hacia el sacerdocio y fue entonces, a sus 58 años, cuando abandonó su casita del Colle y le siguió en su misión entre los muchachos pobres y abandonados de Turín (1848). Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron sus vidas con los inicios del Trabajo Salesiano. Ella fue la primera y principal cooperadora de Don Bosco y, con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al Sistema Preventivo. Fue así como, aún sin saberlo, llegó a ser la "cofundadora" de la Familia Salesiana, capaz de formar a tantos santos, como Domingo Savio y el P. Miguel Rua.
Dios era lo primeiro

Era analfabeta pero estaba llena de aquella sabiduría que viene de lo alto, ayudando,de este modo, a tantos niños de la calle, hijos de nadie. Para ella Dios era lo primero, así consumió su vida en el servicio de Dios, en la pobreza, la oración y el sacrificio.
Murió a los 68 años de edad, en Turín, un 26 de noviembre. Una multitud de muchachos que lloraban por ella como por una madre, acompañó sus restos al cementerio. 

Más información: http://www.sdb.org/es/Santidad_Salesiana/Venerables/Mama_Margarita
 
 
 
 
 
Mamá Margarita
 
 
Nació el 1 de abril de 1788 en Capriglio. Casada con Francisco Bosco, el día 6 de junio de 1812, se trasladó a vivir a I Becchi. Tras la muerte prematura de su marido, en 1817, Margarita, a sus 29 años, tuvo que sacar adelante a su familia, ella sola, en un tiempo de hambruna cruel. Cuidó de la madre de Francisco y de su hijo Antonio, a la vez que educaba a sus propios hijos, José y Juan. Mujer fuerte, de ideas claras, de fe recia, decidida en sus opciones, observaba un estilo de vida sencillo y se preocupó de la educación cristiana de sus hijos. Educó a tres chicos de temperamento muy diferente y más de una vez se vio obligada a tomar decisiones firmes. Murió en Turín, el 25 de Noviembre de 1856. Una multitud de muchachos, que lloraban por ella como por una madre, acompañó sus restos al cementerio




Una mamá para el Oratorio

Corría el año 1848 cuando, con 58 años de edad y con un cariño especial, acompañó a su hijo Juan rumbo al Oratorio de Valdocco. Abandonó su casita y tranquilidad en su pueblo y le siguió en su misión entre los muchachos pobres y abandonados de Turín. Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron sus vidas con los inicios de la Congregación salesiana. Ella fue la primera y principal cooperadora de Don Bosco y, con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al Sistema Preventivo. Fue así como, aún sin saberlo, llegó a ser la "cofundadora" de la Familia Salesiana, capaz de formar a tantos santos, como Domingo Savio y Miguel Rúa. Era analfabeta, pero estaba llena de la sabiduría que viene de lo alto. Para ella Dios era lo primero, y así consumió su vida en el servicio, la pobreza, la oración y el sacrificio.





Y una mamá santa

En su libro sobre la vida de mamá Margarita, Teresio Bosco cuenta la conversación que tuvo hace algunos años con el entonces cardenal Joseph Ratzinger. Recorrían juntos los ambientes de Valdocco, cuando llegaron a la zona donde estaba el huerto de mamá Margarita. Teresio narró la ocasión en que ella, frustrada y triste, luego de que sus oratorianos destrozaran el huerto mientras jugaban, le pidió a su hijo regresarse a su pueblo, argumentando que estaba cansada y desalentada. Su hijo la escuchó, no le dijo nada, sólo levantó la mano indicando el crucifijo que colgaba de la pared. La anciana madre comprendió. Inclinó de nuevo la cabeza y siguió cosiendo la ropa de sus oratorianos. “Si existe la santidad de los éxtasis y visiones -le dijo Teresio al Cardenal- existe también la de las ollas de limpiar y de los pantalones que remendar. Mamá Margarita fue una santa así”. El cardenal quedó pensativo por un momento y añadió: “Pero, ¿Por qué no han hecho santa a esta madre?”.




Venerable Mamá Margarita
El 23 de octubre de 2006, Benedicto XVI ha declarado que “consta que la Sierva de Dios Margarita Occhiena, viuda de Bosco, madre de familia, ha ejercitado, heroicamente las virtudes teologales de la Fe, de la Esperanza y de la Caridad, tanto hacia Dios como hacia el prójimo, así como las virtudes cardinales de la Prudencia, Justicia y Templanza, y otras virtudes anejas a éstas”. Así, Mamá Margarita ha sido declarada Venerable y está en curso su proceso de beatificación.




Cooperadora Salesiana
Mamá Margarita fue la primera y principal cooperadora salesiana. Pero, ¿qué es un cooperador salesiano? Cuando don Bosco concibió la fundación de la Congregación Salesiana, la pensó de tal manera que existieran en ella dos ramas que trabajaran de manera complementaria:
1) Los salesianos internos, que eran los religiosos y sacerdotes que vivían en los oratorios y centros formativos.
2) Los salesianos externos, llamados Salesianos Cooperadores, que eran laicos que compartían con él la misión de educar a los jóvenes.




A los cristianos se les presentan diversos caminos para vivir la fe de su Bautismo y el compromiso de su Confirmación. Algunos, impulsados por el Espíritu Santo, se sienten atraídos por la figura de Don Bosco y por la posibilidad de “trabajar con él” permaneciendo en el mundo. Comprometerse como Cooperador es responder a la vocación salesiana, asumiendo un modo específico de vivir el Evangelio y de participar en la misión de la Iglesia.




Para realizar este proyecto, el Cooperador se apoya en la fidelidad de Aquel que lo ha llamado. Todo cristiano, de cualquier condición cultural y social, puede recorrer este camino. El Salesiano Cooperador es un católico que, dentro de su realidad secular, vive su fe inspirándose en el proyecto apostólico de Don Bosco. Por eso se compromete en su misión juvenil y popular, de forma fraterna y asociada; siente vivamente la comunión con los demás miembros de la Familia Salesiana, trabaja por el bien de la Iglesia y de la Sociedad de modo adecuado a su situación y a sus posibilidades concretas.
 
 
 
 
 
 
 
 

Somos Don Bosco que camina
Somos Don Bosco que camina y en medio de la Iglesia queremos anunciar
todos los signos de la vida, que en nuestra propia vida se vuelven un cantar.
Somos semillas de una siembra que manos campesinas supieron cultivar.
Somos ovejas de un rebaño que un niño pastorcito supiera apacentar.
Somos herencia de un mensaje que Juan, desde la infancia, buscaba interpretar.
Somos ovejas y semillas, pastores y cosechas, que entonan un cantar.
 
Eran la abuela y tres hermanos, Francisco y Margarita, labriegos, nada más.
Era una casa en la colina que pronto sentiría el hambre y la orfandad.
Era una madre que en las noches prendía con ternura la lumbre del hogar.
Y era un pequeño que crecía oyendo entre sus sueños el alma de un cantar.











 


domingo, 27 de noviembre de 2011

VENERABLE MAMÁ MARGARITA (25/NOV)









Maternidad educativa y sacerdotal

La vocación de una mamá viuda “¿Una mujer perfecta quién podrá hallarla?  Muy superior a las perlas es su valor… Sus hijos se levantan para proclamarla bienaventurada”  (Proverbios 31, 10.28).
Margarita vive su camino de fe en la elección matrimonial casándose con Francisco Bosco, que ha quedado viudo a los 27 años de edad.

Celebran sus bodas en la parroquia de Capriglio el 6 de junio de 1812, intercambiándose el anillo nupcial a los pies del altar durante el ofrecimiento del santo Sacrificio.

A la muerte prematura del esposo Margarita se encuentra, ella sola, con la responsabilidad de la familia en un momento de grave carestía. Tiene en casa a la mamá de Francisco, paralizada y necesitada de cuidados; Antonio, hijo de las primeras bodas de Francisco; y a sus dos hijos, José y Juan (El futuro Don Bosco).

Ante la propuesta de un nuevo matrimonio sumamente ventajoso contesta en forma constante: “Dios me ha dado un esposo y me lo ha quitado; mi esposo al morir me confió tres hijos y yo sería una madre cruel si los abandonara cuando más me necesitan”. Le contestaron que los hijos habrían sido confiados a un buen tutor que los habría cuidado perfectamente. “El tutor – apuntó la generosa mujer – es un amigo, yo soy la madre de mis hijos; no los abandonaré jamás ni por todo el oro del mundo. Es mi deber consagrarme totalmente a su educación cristiana”.

Mujer fuerte y sabia, justa y firme en sus elecciones, Margarita lleva un estilo de vida sobrio. En la educación cristiana de los hijos es severa, dulce y razonable. De esta forma cría a tres muchachos de carácter muy diverso, sin nivelar ni mortificar a ninguno de ellos. Obligada a realizar elecciones a veces dramáticas como alejar de casa a Juanito para salvar la paz en la familia y permitirle estudiar – secunda con fe y esperanza las inclinaciones de los hijos, ayudándolos a crecer en la generosidad y en la audacia. Al escuchar el sueño de los nueve años de Juanito, es la única que logra leerlo en la luz del Señor: “¡Quién sabe si no debas llegar a sacerdote!”.

Le permite estar con muchachos poco recomendables, porque con él se portan mejor.

Acompaña con amor a Juan hasta el sacerdocio, manifestando en diversas circunstancias una capacidad de discernimiento de la voluntad de Dios realmente especial: “Yo quiero absolutamente que tú examines el paso que quieres dar y que luego sigas tu vocación, sin mirar a nadie.

La primera cosa es la salvación de tu alma. El párroco quería que te disuadiera de esta decisión, pensando en la necesidad que yo podría tener más tarde de tu ayuda. Pero yo digo: en estas cosas no entro, porque Dios está ante todo. No te preocupes por mí. Yo de ti no quiero nada, no espero nada de ti. Tómalo muy en cuenta: he nacido en la pobreza, he vivido en la pobreza, quiero morir en la pobreza. Antes bien, te lo reafirmo: si te decidieras por el estado de sacerdote secular y por desgracia llegaras a ser rico, yo no vendré a visitarte ni una sola vez. ¡Recuérdalo bien!”. Y la tarde de la primera misa en el pueblo de nacimiento, Castelnuovo, mientras juntos vuelven a la casa de los Becchi, Mamá Margarita dice al hijo, neosacerdote, palabras memorables en la historia del sacerdocio católico:

“Eres sacerdote, celebras misa, de ahora en adelante estás por tanto más cerca de Jesucristo. Recuerda sin embargo que comenzar a decir misa significa comenzar a sufrir. No te darás cuenta en seguida, pero poco a poco verás que tu madre te ha dicho la verdad. Estoy segura de que todos los días rezarás por mí, ya sea que esté viva o haya muerto; eso me basta. Tú de ahora en adelante piensa solo en la salvación de las almas y no te preocupes por mí”.

Esta relación entre madre e hijo madura hasta la participación de Mamá Margarita en la misión educativa del hijo. “Mi querido hijo, tú puedes imaginar cuánto le cueste a mi corazón abandonar esta casa, a tu hermano y a los demás seres queridos; pero si te parece que ello pueda darle gusto al Señor, estoy lista para seguirte”. Deja la amada casita de los Becchi, lo sigue entre los jóvenes pobres y abandonados de Turín. Aquí durante diez años (los últimos de su vida) Margarita se entrega sin reserva a la misión de Don Bosco y a los comienzos de su obra, ejerciendo una doble maternidad: maternidad espiritual hacia el hijo sacerdote y maternidad educativa hacia los muchachos del primer oratorio, contribuyendo a educar hijos santos como Domingo Savio y Miguel Rúa.

Analfabeta, pero colmada de la sabiduría que viene de lo alto, es la ayuda de innumerables pobres muchachos de la calle, hijos de nadie.

En resumen, la gracia de Dios y el ejercicio de las virtudes han hecho de Margarita una madre heroica, una educadora sabia y una buena consejera del carisma salesiano naciente. Ella resplandece en el extraordinario número de mamás santas, que viven en la presencia de Dios y en Dios, con una unión hecha de silenciosas plegarias casi ininterrumpidas. La “cosa más sencilla” que Mamá Margarita sigue repitiendo con el ejemplo de su vida es ésta: la santidad está al alcance de la mano, es para todos, y se realiza en la obediencia fiel a la vocación específica que el Señor confía a cada uno de nosotros.





Mensajes del Rector Mayor en el Boletín Salesiano 

Noviembre, 2011