A MARÍA, REINA DE TODOS LOS SANTOS
Dios te salve, Virgen pura,
de Todos los Santos Reina,
Madre del Amor Hermoso,
de la Gracia Medianera,
vida y dulzura en quién vive,
toda la esperanza nuestra.
Dios te salve, a Ti llamamos
desterrados hijos de Eva.
A Ti Reina suspiramos,
gimiendo y llorando penas,
en aqueste triste valle,
de lágrimas y miserias.
Ea pues, dulce Señora,
Madre y abogada nuestra,
esos tus divinos ojos,
a nosotros siempre vuelvas.
Y después de este destierro,
en el cielo nos demuestras,
a Jesús fruto bendito,
de tu vientre hermosa perla.
¡Oh brillantísima aurora!,
¡Oh piadosísima Reina!,
¡Oh Madre llena de Gracia!,
por nosotros a Dios ruega,
a tu Santísimo Hijo,
que su gracia nos conceda,
para que seamos dignos,
de alcanzar la Gloria eterna.
Amén Jesús con que acabo,
la Salve de aquesta Reina,
alabemos a María,
en los cielos y en la tierra.
DE ELLOS ES EL REINO DE LOS CIELOS
Éstas son las ovejas del Señor que tienen acceso a los pastos: los que le siguen con simplicidad de corazón reciben como alimento hierba siempre verde. ¿Qué son estos pastos de las ovejas sino los gozos pronfundos de un paraíso siempre verde? El pasto de los elegidos es el rostro de Dios siempre presente, contemplado en una visión sin sombra alguna; el alma se sacia sin fin de este alimento de vida.
En estos pastos, los que han escapado de la red de los deseos de este mundo se ven eternamente satisfechos. Allí canta el coro de los ángeles, allí se reúnen los habitantes del cielo. Allí encuentran una dulce fiesta los que regresan pasadas las penas después de una trsite estancia en el extranjero. Allí se encuentra el coro de los profetas de ojos penetrantes, los doce apóstoles como jueces, el victorioso ejército de los innumerables mártires, tanto más gozosos cuanto más duramente se han visto afligidos aquí abajo. En este lugar recibe su recompensa la constancia de los confesores de la fe. Allí se encuentran los hombres fieles a los que los placeres de este mundo no han podido aflojar la fuerza de su alma, las santas mujeres que han vencido al mismo tiempo toda su fragilidad y la de este munod; allí están los niños que por su manera de vivir han crecido por encima de su edad, los viejos a quienes la edad no ha vuelto débiles aquí abajo y no les ha abandonado la fuerza para obrar. Queridos hermanos, pongámonos a buscar estos pastos donde seremos felices en compaía de todas santos.
SAN GREGORIO MAGNO