TRANSCRIBIMOS ARTÍCULO DE D. AUGUSTO THASSIO, VI PREGONERO DE MARÍA AUXILIADORA, PUBLICADO EN LA HIGUERITA EN LA PRIMERA QUINCENA DE JULIO DEL PRESENTE AÑO.
APROVECHAMOS LA OCASIÓN PARA FELICITAR A SU AUTOR Y AL CITADO PERIÓDICO EN SU CENTENARIO.
AUXILIADORA (Augusto Thassio)
Son tiempos difíciles. Lo sé.
Pero evitemos caer en la tentación depresiva de no creer
en nada y rechazar el auxilio que nos llega del amor de una Madre.
“No adoréis a nadie, a nadie más que a Él. No adoréis a
nadie, a nadie más que a Él. No adoréis a nadie, a nadie más...” Dice la
canción.
Algunos creen que adoramos a las imágenes. Y están
equivocados. Las imágenes son el medio, el vehículo que, a través de ellas,
pasamos de la concretización táctil a la abstracción sutil de lo incorpóreo e
insustancial, donde el anhelo se comunica con lo anhelado por medio de la fe,
de esa capaz de allanar montañas y elevar mares.
Adoración, no; pero sí sobrada devoción.
Y en la devoción, el gozo y la alegría por acompañar a
nuestras imágenes en su salida procesional por nuestros pueblos.
Hace unos días disfrutamos con María Auxiliadora, Patrona
de Pozo del Camino, sobrecogedora en su sencillez y belleza.
Tras un rosario de encendidas plegarias, la Virgen salió
de su encalada ermita (locas las campanas y los cohetes) en cuyas puertas la
esperaba su humilde carreta, de dos grandes ruedas como norias, tirada por dos
enormes y descomunales bueyes de expresión egipciaca en cuyos ojos de azabache
se reflejaba el júbilo del pueblo. Y, nada más salir, los gritos de guapa y
bonita, y las incontenibles lágrimas de los que agradecían o pedían comprensibles
deseos, como Alfonso Martínez Chacón, que casi en un imperceptible susurro,
rogaba la gracia de un próximo encuentro para, desde allí, hablar de corazón a
corazón a la Virgen Auxiliadora, Refugio y Consuelo de los Afligidos.
Los representantes de las nuevas corporaciones de los
Ayuntamientos de Isla Cristina y
Ayamonte, a las que Pozo del Camino pertenece mitad a mitad con un pozo seco en
medio, se felicitaban mostrando su complacencia, mientras un numeroso grupo de
tamborileros, acompañados por los estandartes de las distintas Hermandades,
dibujaban filigranas en el aire con poemas musicados.
Mucho fervor y mucho recogimiento, aunque se notaba la
escasa afluencia de fieles isleños y ayamontinos que, no por eso, restaban en
absoluto grandiosidad al cortejo.
Al bajar la cuesta, por la carretera, precedida por la
caballería, ejemplar en su comportamiento (qué caos en la organización del
tráfico, con coches que iban y venían en su impaciencia rodada) María
Auxiliadora, morena de verdes lunas, “sanfronada” por la brisa salina de las
marismas isleñas, se cubrió con el oro de los últimos rayos del atardecer,
haciendo de su sonrosada tez un sagrario inmaculado.
Ya de recogida, tras recorrer las diversas calles de la
Barriada, hizo una parada junto a la plaza para oír el canto de la pozocaminera
Mariví, que sabe como nadie cantar a su Patrona.
A mí se me llenaron los ojos de recuerdos: a mi Tito
Antonio, regalándole su tradicional
pareja de palomos blancos adornados con cintas rojas... A mi padre, tomando
prestado el tambor del Pollo de Cartaya, haciendo equilibrios en cada nota... Y
a mi hermano Pepe Félix, blandiendo su sonrisa de labios como espadas...
Y María Auxiliadora, más auxiliadora que nunca,
bendiciéndonos con su amorosa mirada, lectora de cuanto pasa en nuestro
corazón, ofreciéndonos auxilio y apoyo y comprensión...
Son tiempos dificiles. Lo sé.
Pero también sé que el amor entre Madre e hijos es lo más
maravilloso del mundo.
¡Viva María Auxiliadora y su Pozo del Camino!