HIMNO DE I VÍSPERAS
Esta vez como aquella, aunque distinto,
el Hijo ascendió al Padre en pura flecha.
Hoy es la Madre al Hijo, va derecha
al Uno y Trino, al trono en su recinto.
Ella va a ser la flor del laberinto,
engaste en hueco desde aquella flecha,
cuando fue concebida sin sospecha
de huella original, de oscuro instinto.
Por eso sube altísima, raptada
en garra delos ángeles de presa.
Por eso, el aire, el cielo, rasga, honrada,
profundiza en columna que no cesa,
se nos va, se nos pierde, pincelada
de espuma azul en el azul sorpresa.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos.
Amén.
HIMNO DE LAUDES
Hoy sube al cielo María,
que Cristo, en honra del suelo,
traslada la casa al cielo,
donde en la tierra vivía.
Levantad al cielo el vuelo,
de Dios lo fuisteis, y Dios,
por no estar en él sin vos,
traslada la casa al cielo.
Amor con divino modo
os trasplanta, bella flor,
y, porque prendáis mejor,
os llevan con tierra y todo.
A su Hija abraza el Padre;
a su Madre, el Redentor;
y a su Esposa coronada,
el Espíritu de amor.
Gloria al Padre, y al Hijo, y al Espíritu,
por los siglos de los siglos. Amén.
HIMNO DE II VÍSPERAS
Todo el cielo con gozo se engalana
para acoger la dulce melodía
que produce el amor y la armonía
y sube del desierto soberana.
Cual suspiro de Dios, sube graciosa,
en nube de querubines se ha elevado,
del brazo amoroso del Amado
que en el suelo le dio sangre preciosa.
Ha pasado el invierno, ya florece
la viña y el trigal, sueño de flores,
canta la tortolilla sus amores,
en el eterno día que amanece.
Sube radiante, bella, luminosa,
revestida de sol, esclarecida,
con ojos de paloma, bendecida,
en plenitud de gracia, toda hermosa.
Sobre todas las cosas encumbrada,
atónitos contemplan su belleza,
se extasían en su abismal grandeza,
¡Madre de Dios!, la singular Amada.
¡Oh María!, que subida al cielo
te sientas a la diestra de tu Hijo,
sé siempre, Madre, celestial cobijo,
de los hijos que dejas en el suelo.
Amén.
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