martes, 24 de septiembre de 2024

REINA DE LA ALEGRÍA

 





María santísima, Reina de la alegría

Por Yousef Altaji Narbon



Advocaciones marianas

La Organización Mundial de la “Salud” ha señalado recientemente que al menos 322 millones de personas en el mundo padecen de depresión comprobada, un 18% más que hace una década. En otra estadística podemos observar que cada año más de 700,000 mil personas entre la edad de 15 a 29 años se suicidan, que es la cuarta causa de muerte más común entre dicha edad hoy en día.


Como si fuera poco, entre 1999 y 2014 en los Estados Unidos de América hubo un aumento del 64% en el uso diario de antidepresivos. Todos estos datos son más que suficientes para afirmar que hay una infelicidad, tristeza, e inquietud general en todo el mundo. Seamos sinceros, queridos lectores, en sus respectivas circunstancias cotidianas uno debe mirar a su alrededor para ver esta frustrante realidad. No hay que ir lejos para fijarnos cuidadosamente que detrás de las sonrisas que vemos en nuestros seres queridos, existe un pesar o dolencia particular; la inmensa mayoría no notan que están tristes, pero después de un análisis breve, salen a relucir los puntos que les causan tristezas -lo puedan notar o no, pero aun así siguen existiendo-. No es necesario esgrimir las razones existentes para este abatimiento mundial, puede ser suficiente con decir: rumores de guerra, vicios por doquier, injusticias a la orden del día, familias quebrantadas, relaciones interpersonales anormales, y antropocentrismo proliferado. 


En cambio, nosotros los Católicos, contamos con suficientes razones para estar alegres en medio de toda adversidad. Claro, son infinitas las motivaciones que podamos tener para manifestar esta auténtica alegría, pero una de las más dulces es María Santísima. No existe poder en la faz de la tierra que nos pueda arrebatar la alegría que podamos sentir en y por la Santísima Madre de Dios. Ella nos puede motivar toda la vida hasta el momento en que debemos dar el brinco hacia la eternidad para gozar de su emoción y alegría de forma perpetua. El vacío existencial del hombre Revolucionario actual solo puede ser llenado por una fuerza de un vigor suave, dulce, firme, y maternal; esta tierna Madre fue la creación más espléndida que salió de la mano poderosa del Altísimo lo cual significa que su alegría es incalculable cuando el Todopoderoso considera por un momento a esta Dulcísima Reina. La gloria de Dios ha dotado a la Ilustre Reina del Cielo con todas las gracias, virtudes, y méritos para conquistar al mundo a tal punto que el Hijo de Dios estuvo sometido a Ella por varios años en la casa de Nazaret en Palestina (Cf. San Luis María Grignon de Montfort, Tratado de la Verdadera Devoción a María). Si Nuestro Señor Jesucristo estuvo sometido a la Virgen María por tantos años, ¿no creen que Ella le hubiese manifestado su enorme gozo y alegría por amar tan profundamente la voluntad de Dios? 


Los santos han entendido a cabalidad la alegría que nos demuestra la Virgen María; repasemos brevemente algunas frases para nuestra meditación: 


  • San Luis María Grignion de Montfort: «María es la causa de nuestra alegría porque nos trae a Jesús, la fuente de toda verdadera alegría.» 

  • San Alfonso María de Ligorio: «Cuando invocamos a María, encontramos no solo protección, sino también la alegría que proviene de su maternal cuidado.» 

  •  Santa Teresa de Ávila: «En mis momentos de oración, la presencia de Nuestra Señora me llenaba de una alegría indescriptible.» 

  • San Bernardo de Claraval: «María es como la estrella que guía al marinero a puerto seguro, trayendo alegría y esperanza en medio de las tormentas de la vida.» 

  •  San Juan Damasceno: «La Dormición de María no es motivo de tristeza, sino de alegría, pues ella ahora intercede por nosotros desde el cielo.» 

  • San Buenaventura: «Las virtudes de María son como un espejo que refleja la alegría del cielo para todos los fieles.» 



Se puede contemplar el gozo y júbilo de María Santísima cuando nos ponemos a considerar el misterio de la Anunciación del Arcángel San Gabriel a Ella; solo con este misterio, uno puede adentrarse en lo más íntimo del alma jovial de Nuestra Señora, el elocuente San Francisco de Sales dice: “La alegría de María fue tan grande al recibir el anuncio del ángel, que su corazón se llenó de un gozo celestial, reflejando la dicha de ser la Madre de Dios”. A esta cita se le puede añadir la de San Juan Eudes que dice: “María, llena de gracia, experimentó una alegría incomparable al saber que sería la Madre del Salvador, una alegría que compartió con toda la humanidad”. El primer misterio del Santo Rosario, el primer misterio de la vida de Nuestra Señora del cual conocemos en las Sagradas Escrituras (aparte de su Inmaculada Concepción y demás sucesos sublimes), el primer acto de Dios que estrena el Nuevo Testamento, es un evento de gozo y alegría para María Santísima. ¿Qué más le podemos pedir a Dios para que nos muestre lo espléndido que es la alegría de Nuestra Señora? En suma, la misión de la Madre de Dios es expandir la alegría del misterio de la Redención al mundo entero, esto lo podemos ver claramente con el conocimiento de los santos. El himno de alabanza y regocijo que eleva al trono del Altísimo, Nuestra Señora con su venerable Magnificat, es para nosotros prueba irrefutable de que Ella es quien nos debe alegrar en todo momento con su espíritu que llena los corazones con una dicha irrevocable. 


En este valle de lágrimas por el cual atravesamos en este mundo dominado por las pasiones desenfrenadas, los vicios aberrantes, y los enemigos de la Iglesia por doquier, solo podemos mirar la sonrisa de aquella Dulce Reina de cielos y tierra para que nos diga de lo más profundo de su corazón “se alegra mi espíritu en Dios mi Salvador”. El yermo cochino e inhumano, en el cual el mundo se ha convertido, es puramente inhóspito para un Católico que busca el consuelo de Dios y que en ninguna parte se puede hallar un bálsamo para aliviar este mal. Mientras caminamos en este mundo, buscamos refrescos para nuestra alma, pero no hallamos nada que sea duradero ni que pueda ayudar a no desesperarnos. La Revolución ha deshecho con todo mínimo reposo apto para el fiel Cristiano, lo cual puede provocar en las almas más débiles el desánimo, el desasosiego, o la depresión espiritual, con la -casi- inevitable consecuencia del suicidio en la fe. “No temáis”, dijo Nuestro Señor, que nos ha dado a la más maravillosa Princesa para ser nuestro refugio en medio de la crisis actual; “Hijo, ahí tienes a tu Madre”, proclama desde el Trono de la Cruz, para que Ella nos guíe por medio de este Viernes Santo al desenlace glorioso del Domingo de Resurrección de la Iglesia Católica. Invoquemos con frecuencia a la que ha sido coronada como “Causa Nostræ Lætítiae” (Causa de nuestra alegría) para que inunde nuestras almas de los más sinceros sentimientos de fe, esperanza, caridad, y gozo de ser Cristianos en estos tiempos.


Yousef Altaji Narbon

@christusvincit.9802




FUENTE:  https://infovaticana.com/2024/08/12/maria-santisima-reina-de-la-alegria/

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