Cuando extienda la noche su manto
por los riscos, laderas y valles...
no me olvides, ¡oh Virgen María!
¡Muéstrate, Madre!
Cuando incite mi alma al pecado
del averno profundo el embate,
préstame por escudo tu manto,
¡muéstrate, Madre!
Cuando en lucha empeñado me vea
y en demanda de auxilio te llame,
no desoigas, ¡oh Virgen!, mi ruego,
¡muéstrate, Madre!
Cuando falto de fuerzas mi espíritu,
fatigado y confuso se halle,
presto dale tu amparo valioso,
¡muéstrate, Madre!
Cuando en lecho de muerte postrado,
los postreros suspiros exhale,
y demande refugio en tus brazos,
¡muéstate, Madre!
Cuando en fin, ¡oh Señora!, mi alma
ante el trono de Cristo se halle
yo te pido mil veces cual ninguna...
que te muestres... Madre.
Amén
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