… Y yo me iré. Y se quedarán los pájaros
cantando;
y se quedará mi huerto, con su verde árbol,
y con su pozo blanco.
Todas las tardes, el cielo será azul y plácido;
y tocarán, como esta tarde están tocando,
las campanas del campanario.
Se morirán aquellos que me amaron;
y el pueblo se hará nuevo cada año;
y en el rincón aquel de mi huerto florido y encalado,
mi espíritu errará nostáljico…
Y yo me iré; y estaré solo, sin hogar, sin árbol
verde, sin pozo blanco,
sin cielo azul y plácido…
Y se quedarán los pájaros cantando.
(Juan Ramón Jiménez)
+ DOMINGO BOTELLO GONZÁLEZ (27/JUN/2017)
Tu despedida en la Parroquia, el día después de la memoria litúrgica de Ntra. Sra. del Perpetuo Socorro, se ha visto "adornada" todavía con el cielo de flores blancas con que la Virgen quiso recibirte en su casa y, hasta con su colgadura en el balconcillo de la Parroquia que tantas veces colocaste y hasta nos enseñaste a poner "bien" (seguimos haciéndolo a tu manera)...
Seguro que en el Cielo te han recibido también con aires de fiesta, la Virgen se habrá encargado de todo. Nosotros aquí rezaremos para que así sea.
Gracias por tu ayuda callada y en silencio, en los jardines parroquiales, siempre cuando más falta hacía (tuviste buena maestra en la tierra)...
Gracias por tu compañía en las noches camino de la Parroquia, "vamos a ver a la María" decías, y te venías "pescando hombres"...
Gracias por querer a la Virgen...
Hoy, sin duda, estarás con Ella en el Paraíso...
Y entonces vio la luz. La luz que entraba
por todas las ventanas de su vida.
Vio que el dolor precipitó la huida
y entendió que la muerte ya no estaba.
Morir sólo es morir. Morir se acaba.
Morir es una hoguera fugitiva.
Es cruzar una puerta a la deriva
y encontrar lo que tanto se buscaba.
Acabar de llorar y hacer preguntas;
ver al Amor sin enigmas ni espejos;
descansar de vivir en la ternura;
tener la paz, la luz, la casa juntas
y hallar, dejando los dolores lejos,
la Noche-luz tras tanta noche oscura
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