EL PORQUÉ DEL TÍTULO
- Decimos "devoción sana a María Auxiliadora" porque puede existir una piedad mariana que no sea sana: aquella que no conduce a Jesús.
- El Concilio Vaticano II dio la voz de alarma: "Se ven deterioros en la devoción popular a la Santísima Virgen".
- Como cristianos, hemos de recibir este "aviso" conciliar y, en consecuencia, analizar nuestra devoción a María Auxiliadora para que no se desvíe del camino trazado por el Concilio Vaticano con el que, ya en el siglo pasado, coincidía perfectamente Don Bosco.
- Toda devoción a la Santísima Virgen debe conducir a su Hijo Jesús, para cumplir lo que Ella, nuestra Madre, nos aconsejó con corazón materno en las Bodas de Caná: "Haced lo que Él os diga".
- La devoción a la Santísima Virgen para que sea sana, tiene que tener tres cauces:
a) imitar a la Santísima Virgen en su disponibilidad a Dios: "He aquí la esclava del Señor"
b) cumplir el mandamiento por excelencia de Jesús: "amaos los unos a los otros".
c) adoptar una actitud de hijos: "Aquí estoy, Madre, para hacer lo que Tú quieras de mí".
TÚ, NO TIENES NADA QUE "SANEAR"
EN TU DEVOCIÓN A MARÍA AUXILIADORA?
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