"El
hombre audaz no peregrina por la vida con piernas temblorosas. Por ejemplo, no
es una vergüenza que nosotros, arrojados en medio de las dificultades del tiempo
de hoy, sintamos que se nos estremece el corazón, que experimentemos cierta
angustia al pensar que se nos podría despojar de la libertad. Eso no es sino
algo muy humano. También Jesús lo padeció. ¡Cuánta angustia asaltó al Hijo de
Dios! Jesús sudó de angustia, incluso sudó sangre. Nosotros decimos que el
hombre audaz camina por la vida y asume las dificultades sin una angustia
especial.
¿Cómo
se muestra esto en la práctica? Con fe sencilla en la divina Providencia, el
hombre audaz acata en todas partes el plan del Amor eterno, trátese de crisis
económicas como de cualquier otro tipo. Confía en que, al final, todo saldrá
bien. No se preocupa angustiosamente como un pagano. No nos dejemos absorber por
las necesidades materiales. En lugar de andar en pos de las cosas, entreguémonos
con sencillez a Dios Padre, al Amor eterno: Él velará por nosotros".
José
Kentenich
Sacerdote alemán, fundador del Movimiento de Schoenstatt
(1885-1968)
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