El Padre te eligió y te bendijo
para vencer el mal con su simiente
y has aceptado, humilde y obediente,
dar a Jesús tu maternal cobijo.
Por tu vida abrazada al Crucifijo,
unida al Salvador fervientemente,
te da acceso a gozar eternamente
del honor alcanzado con su Hijo.
Tu inocencia no admite corrupción;
maravilla de tu carnal pureza,
es torrente de albura en tierra umbría.
Asunta como vía del perdón,
iluminas la senda a la Belleza,
eres el faro que a la gloria guía.
Gloria al Padre, al Hijo y al Espíritu Santo. Amén.
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