Don Arsenio de la Cruz Reymond nació en Santa Cruz de Tenerife, y desde joven sintió la llamada del Señor para ser misionero, ingresando en la Orden de Predicadores (Padres Dominicos). Ha ejercido su labor en diferentes lugares de España -entre ellos Pozo del Camino- e Hispanoamérica (en Ecuador).
En Tenerife ha estado en la Basílica de Nuestra Señora de Candelaria, Patrona de Canarias.
Durante diez años fue párroco en Igueste de Candelaria y más tarde en la parroquia de Ntra. Sra. de la Candelaria (La Vera, Puerto de la Cruz, Tenerife), durante dos años.
REPRODUCIMOS UNA ENTREVISTA A ÉL REALIZADA PARA LA PARROQUIA NTRA. SRA. DE LA CANDELARIA (TENERIFE)
-¿Quiénes son los Dominicos y qué misión cumplen?
Somos hombres y mujeres que nos reconocemos en la lectura del Evangelio que hizo Santo Domingo de Guzmán. Él entendió que sus contemporáneos tenían necesidad de conocer la verdad acerca de Dios y de su proyecto respecto de la humanidad. Por eso propuso una doble línea de acceso al Evangelio: la oración y el estudio, y una doble línea de acceso a los hombres: la cercanía y la predicación. Condensó su proyecto en una frase: “Hablar con Dios o de Dios”. Posteriormente, Santo Tomás de Aquino reformulará el ideal con la expresión. “Contemplar y dar a los demás lo contemplado.”
En cuanto a la misión es múltiple, dado que la existencia dominicana se realiza en los diversos modos de existencia cristiana: religiosos y religiosas (en su doble vertiente de contemplativas y religiosas de vida apostólica), sacerdotes y seglares. A todos nos une esa referencia a Santo Domingo y nos identificamos con el Cristo Predicador. Todo lo que pueda ser englobado en el concepto de “predicación” es asumible por un dominico o una dominica, desde lo más evidente que puede ser una homilía o una catequesis hasta lo más insospechado como puede ser una cátedra universitaria, la lucha por los derechos humanos o la cercanía a los marginados.
-Sé que ha ido a Ecuador varias veces ¿Por qué este país y cual es su misión?
La razón de ir a Ecuador ha sido compartir con las Hermanas Dominicas Rurales su trabajo apostólico en El Pan, que es como se llama la localidad donde residen y trabajan. Desde hace quince años acompaño a esta fundación naciente, y una vez que ellas se establecieron en Ecuador en 1996, he ido todos los años. Estas Hermanas tienen como campo específico la presencia evangelizadora en los pueblos. Se trata de vivir lo que decía antes acerca del ser dominico o dominica en el ámbito rural. Y esto se vive de una forma muy especial en los pueblos del Tercer Mundo.
-¿Qué descubrió allí?
Mi experiencia en Ecuador es enormemente rica y no puedo sintetizarla ahora. Pero a fin de no dejar sin respuesta la pregunta, diré que en El Pan he visto aquello que dijo Jesús a los discípulos en el episodio de la samaritana: “Contemplad los campos dispuestos para la siega” (Jn 4,35). Son hombres y mujeres hambrientos de escuchar la Palabra de Dios, no como discurso doctrinal, sino como mensaje de gracia y misericordia, como palabra de aliento que les sostenga en medio de sus dificultades y su pobreza, como testimonio de que para Dios son importantes y que Él envió a su Hijo para compartir nuestra existencia y comenzar la instauración de un mundo nuevo por el que debemos trabajar, sabiendo que Dios está de nuestra parte y su victoria es ya definitiva.
-¿Se puede identificar la comunidad de Ecuador con la nuestra?
No. Aquí la vida está bastante asegurada. Allí es la vida misma la que está en cuestión. Para nuestra sociedad creer o no creer, ser o no practicante, parece que es cuestión de modas, como una especie de complemento que nos ponemos. Creemos que no tenemos necesidad de salvación. Allí el poder del mal es tan evidente para todos, que la proclamación de Jesucristo es la respuesta y el camino de salida. Aquí hay que comenzar por descubrir esa presencia radical del mal. Hay mucha diferencia.
-¿Es posible la vocación misionera hoy?
Hace unos años se propuso un lema: “¿Crees en Jesucristo? Anúncialo”. La vocación misionera es la misma vocación cristiana. Un cristiano que no se siente misionero es que no se ha encontrado con Jesús. Luego ya la plasmación concreta de ese ser misionero podrá ser distinto según la parcela en la que el Señor nos ponga a trabajar. Pero cuando en nuestra tarea apostólica no se despierta la inquietud misionera, la inquietud por hablar a otros de Jesús, del Evangelio, del Amor de Dios, de su Gracia y su Perdón, es que hemos transmitido una teoría, una doctrina, pero no hemos propiciado un encuentro con Cristo vivo. Como leemos en Jn 1, quien se ha encontrado con Jesús habla de él a todo el que encuentre, comenzando por los más cercanos.
-¿Qué mensaje del Evangelio daría para que nuestra conciencia misionera no se estanque en una semana sino que permanezca en nuestra vida y en nuestro obrar?
Hay una escena en el evangelio según san Marcos que para mí es la clave de la vocación de las Dominicas Rurales y puede servir bien para esta pregunta. Es Mc 1,35-39. Dice Jesús: “Para eso he venido” o – en otras traducciones – “para eso he salido”. Es la conciencia de la propia misión, que no se estanca en el éxito inmediato y en la comodidad de los que ya han respondido, sino que sabe que hay necesidad de Evangelio, de “buenas noticias”, más allá, en los pueblos cercanos ... y en los lejanos. “Recorrió toda la Galilea” .... “y hasta los confines del mundo” (Hch 1, 8).
-Como misionero ¿Cual fue su experiencia como párroco?
Mi experiencia ha sido el gozo de hablar del amor de Dios, de su misericordia a unas personas concretas, las de la parroquia que se me había encomendado. El encuentro semanal como la asamblea eucarística, ese momento en el que después de la lectura de la Palabra de Dios, todos toman asiento y fijan en ti su mirada y abren sus oídos para que les ayudes a digerir aquel alimento que el Señor nos ha regalado. Y después, servir para que Cristo siga diciendo hoy: “Esto es mi cuerpo que se entrega ...Esta es mi sangre derramada...” Es algo único, indescriptible.
-¿Quiere añadir algo más?
Solamente expresarles mi gratitud por acordarse de mí para la web de la Parroquia, felicitarles por ella y rogarles transmitan a la parroquia de La Vera mi recuerdo permanente y mi gratitud
¡¡FELICIDADES, DON ARSENIO!!
LE SEGUIMOS RECORDANDO JUNTO AL SAGRARIO
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