Acordaos, oh castísimo Esposo
de la Virgen María
y amable protector mío San José,
que jamás se ha oído decir
que ninguno que haya invocado
vuestra protección
e implorado vuestro auxilio
no haya sido consolado.
Lleno, pues, de confianza
en vuestro poder,
vengo a vuestra presencia
y me encomiendo a Vos
con todo fervor.
¡Ah! no desécheis mis súplicas,
oh Padre putativo del Redentor,
antes bien acogedlas propicio,
y dignaos acceder
a ellas piadosamente.
Glorioso San José,
Patrono de la buena muerte,
ruega por aquellas personas
que han muerto en este día.
AMÉN
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