Señor, quisiera ser tu cirineo,
cargar sobre mis hombros tu suplicio,
trocar el Gran Pecado en sacrificio;
limpiar mi ardiente fe con mi deseo.
Señor, quisiera ser "aquel pañuelo",
secar tu faz sangrante, dolorida,
trocar tu sufrimiento por mi vida;
limpiar mi ardiente fe, mi eterno vuelo.
¡Permíteme, Señor, en tu calvario,
posar en mis brazos tu agonía,
hilar con penitencia tu sudario!
¡Permíteme, Señor, como a María,
llorar sobre tu pehco mis dolores,
salvar de humana culpa el alma mía!
Amén.
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