sábado, 8 de agosto de 2009

9 SALVES PARA SUBIR AL CIELO (II)


¡Dios te salve, Virgen pura,

Reina piadosa del mundo,

Madre de vida y dulzura,

acoge el ruego profundo

de tus hijos sin ventura!



¡Hijos que por ti clamamos

desterrados hijos de Eva,

que a Ti ¡oh Madre! suspiramos

en este valle de prueba

donde sin cesar lloramos.


¡Tus hijos siempre y ahora

tristes te elevan el alma!...

¡Óyelos, Madre y Señora,

con esa piedad que calma

los gemidos del que llora!


¡Ea, pues, nuestra Abogada,

vuelve a nos de esos tus ojos

la dulce y tierna mirada

que purifica de abrojos

nuestra mísera jornada!

¡Y preséntanos, María,

de este destierro en pasando,

a ese Varón de agonía

que paz y perdón clamando

murió por la raza impía!


¡Fruto de tu entraña pura

de la humanidad consuelo!

¡Si Tú, Madre de ternura,

la dicha pides del suelo,

dicha obtendremos segura!


Y pues tiene prometido

a los dignos, Madre mía,

gozo eterno y bendecido,

¡Oh dulce! ¡oh clemente! ¡oh pía!

¡Haz nuestro gozo cumplido!

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