El 17 de diciembre de 1996, el Papa Juan Pablo II proclamaba solemnemente la heroicidad de las virtudes de la Sierva de Dios sor Eusebia Palomino Yenes, y le otorgaba el título de Venerable. Actualmente la Santa Sede agiliza los trámites de su beatificación.
El Instituto Hijas de María Auxiliadora -conocido más familiarmente como el de las religiosas salesianas- surgió del espíritu expansivo de san Juan Bosco, como respuesta concreta a las aspiraciones profundas de las jóvenes. El proyecto del Instituto (aprobado por el Sumo Pontífice san Pío X en 1872) es lograr una educación cristiana integral, fundamentalmente orientado hacia la mujer.Desde la humildad del inicio hasta la actualidad, la obra se ha expandido por los cinco continentes. Cuenta ya con 67 casas en África, 604 en América, 219 en Asia, 691 en Europa y 7 en Oceanía. En España hay 87. Las religiosas trabajan, sobre todo, en escuelas, talleres, misiones, parroquias, hogares de protección para menores y centros juveniles. La gran preocupación de la Madre Antonia Colombo, actual Superiora General de las salesianas, es proteger la dignidad de la mujer, y elevar su nivel cultural, aprovechando los rasgos psicológicos que le son propios. Las mujeres -afirma la Madre- necesitan dar a conocer su competencia profesional y cultivarse espiritualmente. Las mujeres educadoras debemos ser pioneras en colocar a la mujer allí donde su vocación la llama, sin ningún tipo de limitación por su sexo.
Eusebia (en griego, piadosa) nace en un hogar tan pobre materialmente como rico en el espíritu. Sus padres supieron sembrar en su alma los primeros deseos de santidad. Al recordar su casa, ella dice: ¡Cuántas veces, mientras mi madre hacía la cena o remendaba la ropa, mi padre nos rodeaba con sus manos oscuras por los trabajos del campo y encallecidas por la azada, y tomaba entre sus manos el catecismo -ese pequeño libro que contiene tantas maravillas, tanta grandeza, tanta paz y tanto amor-. Allí, en casa, embebidas y empapadas en ese ambiente de paz, marchaba segura y tranquila la navecita de nuestra alma. Si todos los padres fueran así, ¡Qué paz y qué armonía reinarían en todo el mundo y cómo Jesús, desde el Cielo, los bendeciría y derramaría sus tesoros y sus gracias sobre cada uno de sus hijos!
Durante una procesión con la imagen de MARÍA AUXILIADORA siente por primera vez la mirada de la Virgen, que le dice: Tú serás mi hija; y sólo unos días después una joven la invitará por casualidad a visitar a las salesianas. Allí acude, y al entrar en la capilla a saludar al Señor siente nuevamente la llamada de María Auxiliadora, que la invita a quedarse con Ella. Eusebia dirá más adelante: Yo, desde el momento en que entré, lo hice con el deseo y la idea de hacerme religiosa, aunque no contaba con medio alguno, pero yo confiaba en Dios, y esta confianza me abrió las puertas para entrar en el servicio del Rey del Amor. El 5 de agosto de 1922 recibe el hábito religioso, pero poco antes de su profesión religiosa sufre un accidente casi mortal, que pone a prueba su confianza en la voluntad de Dios. Eusebia se entrega al Padre y dice: Él sabe lo que me conviene. Finalmente, el 5 de agosto de 1924 se consagra al Señor como Hija de María Auxiliadora.Su labor fue callada pero amante y constante, sobre todo en el servicio a las jóvenes, que han estado siempre presentes en el carisma de la institución salesiana.
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