jueves, 11 de julio de 2024

LLÉVAME AL CIELO: N.H. JOSÉ ANTONIO PÉREZ LAFONT



El Señor es mi pastor, nada me falta.

en verdes praderas me hace recostar;

me conduce hacia fuentes tranquilas

y repara mis fuerzas;

me guía por el sendero justo,

por el honor de su nombre.

Aunque camine por cañadas oscuras,

nada temo, porque tú vas conmigo:

tu vara y tu cayado me sosiegan.

Preparas una mesa ante mí,

enfrente de mis enemigos;

me unges la cabeza con perfume,

y mi copa rebosa.

Tu bondad y tu misericordia me acompañan

todos los días de mi vida,

y habitaré en la casa del Señor

por años sin término.


Salmo 23 






R.I.P

N. H. D. José Antonio Pérez Lafont

Esposo de Loli, padre de Marina y Auxi, abuelo de Thiago


Falleció en accidente laboral el día 11 de Julio de 2024


Hombre entregado a su familia, sencillo, humilde y trabajador.



Misa funeral:  viernes, 12 de Julio (16.00h), Dm, en la Parroquia Mª Auxiliadora de Pozo del Camino




En estos duros momentos, que María Auxiliadora sea para ti , la Puerta del Cielo, y para tu familia, bálsamo y consuelo.


Siempre te recordaremos al ver el dulce transitar de nuestra Patrona por las calles de nuestro pueblo...




Al paraíso te lleven los ángeles,
a tu llegada te reciban los mártires
y te introduzcan en la Ciudad santa de Jerusalén.
El coro de los ángeles te reciba,
y junto con Lázaro, pobre en esta vida,
tengas descanso eterno.


Su alma y las almas de todos los fieles difuntos,
por la misericordia de Dios, descansen en paz.



MARÍA AUXILIO DE LOS CRISTIANOS, RUEGA POR NOSOTROS





FRASES PARA ANDAR EL CAMINO (II)

 



"A veces sentimos que lo que hacemos es una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara una gota"


Santa Teresa de Calcuta
















miércoles, 10 de julio de 2024

PARA MANTENER LA PAZ

 






  • Dejad a Jesús actuar y manteneos ante Él como alguien que nada ve, nada sabe, nada puede y nada vale; no resistáis en nada, pero dejaos maniobrar y llevar.

  • Regla única:  Todo sentimiento, todo pensamiento, toda inspiración que no se presente con paz, suavidad y dulzura, debe ser absolutamente rechazado como cosa muy mala.

  • Jamás se debe seguir un movimiento interior que no deje el espíritu sereno ante Dios, que no os atraiga, o no os una únicamente  a Dios.

  • No toméis otras resoluciones que las marcadas por una gran paz y dulzura, que os den ánimo y confianza y os lleven a Dios con facilidad.

  • Regla general que debe ser seguida en conciencia:  Todo pensamiento que produzca desasosiego y obstinación, un combate o una perturbación, debe ser considerado como tentación y ser rechazado.

  • No intentéis aclarar dudas durante el tiempo en que provoquen agitación; entonces solamente conviene pensar y establecer la paz y un sereno reposo:  es la perla del Evangelio.

  • Para distinguir un movimiento de Jesús de nuestra propia actividad:  Jesús actúa siempre por su espíritu sobre la voluntad y, por ella, en todas nuestras facultades...  de una manera uniforme; su acción es fuerte, pero suave, unida y sin perturbación, tendiendo además a la unión con Él.

  • Es más necesario intentar aplicarnos pacífica y amorosamente a agradar a Dios en todos los movimientos de nuestro corazón que a rebuscar aquello en que le faltamos.

  • Un gran principio de la vida espiritual es simplificar las cosas:  cuanto más sencilla y uniforme sea nuestra conducta tanto más perfecta será.

  • Que nada os extrañe, tened paciencia:  con el tiempo, la ciencia y la oración superaréis todas las dificultades.  Son las tres armas del misionero, armas defensivas y ofensivas.

  • Las marcas más infalibles de la presencia de Dios en medio de nosotros son el espíritu de paz, de dulzura, de caridad mutua, de sencillez, humildad, obediencia y regularidad.

  • La tolerancia:  aún cuando tengáis razón con vuestros compañeros, debéis pensar que hay muchas maneras de hacer el bien.

Venerable P. Francisco María Pablo Libermann




martes, 9 de julio de 2024

BEATA EUSEBIA PALOMINO, FIEL A LA GRACIA (ESCRITOS DE MANUEL GARRIDO BOÑANO, O.S.B. (+), TOMADOS DE INTERNET)

 



El 10 de febrero de 1935, cuando la Iglesia celebraba la fiesta de la primera monja benedictina, Santa Escolástica, moría en el Colegio de las Hijas de María Auxiliadora una sencilla religiosa.


Don Felipe Forcada, sacerdote inteligente y enemigo de toda «pamplina» -cosa que todos conocíamos de sobra-, exclamó ese día todo emocionado: «¡Ha muerto una santa! ¡Ha muerto una santa!». 


He reflexionado muchas veces sobre esa expresión y he pensado más de una vez en el alto grado de santidad que debía tener Sor Eusebia, para haber impresionado tanto a don Felipe Forcada, que era su confesor.


Y es que Sor Eusebia, por donde quiera que pasó dejó esa impresión de santidad. Así acabo de leerlo en un bello articulo publicado, el l de octubre de este mismo año de 1977, en el «Boletín Salesiano» de Turín, con una espléndida foto de nuestra parroquia y de su majestuosa torre.

 

En Salamanca, su tierra natal, siendo una humilde muchacha de servicio, la llamaban santa.


Mas tarde, en Sarriá, donde hizo el noviciado, todas decían de ella «que era una santa». Y en Valverde, donde realizó toda su vida religiosa después de su profesión, yo siempre he oído hablar de la santidad de Sor Eusebia. 


Con razón el Párroco de Cantalpino escribió en el libro de Bautismos, al margen de su partida: «Murió en fama de santidad en Valverde del Camino». Y en el libro de las Visitas Pastorales escribió lo mismo, pero con más detalles, el 12 de marzo de 1935, como he podido leer en una fotocopia que poseo. Termina el Párroco de Cantalpino su relación con este párrafo: 

«Se cuentan de Sor Eusebia varios sucesos extraordinarios que me privo de referir porque necesitan la aprobación de la Iglesia, que hasta la fecha nada ha dicho. Sólo copiaré unos párrafos de una carta que con fecha 8 de marzo de l935 escribió la que fue Superiora en Valverde Sor Carmen Moreno (cuyo procesa de Beatificación está en Roma), a la dichosa madre de Sor Eusebia: En medio de mi grandísima pena, dice, me dio el Señor la satisfacción de cerrarle los ojos y que todo cuanto a su hija se refería pasase por mis manos y fuera yo la que lo dispusiera todo, siendo testigo de su muerte que fue edificantísima, es más, santa.  Antes de morir vio a María Auxiliadora, nuestro Santo Fundador, San Juan Bosco, Domingo Savio (un santito niño de Don Bosco) y el cielo con una belleza y claridad que ella en su alegría grandísima no podía ni expresar». Lo firma el Párroco, Pablo Martin Dorado.


Nuestro venerado Don Jesús escribió en el libro 39 de Defunciones de la· Parroquia de Valverde, folio 161 vuelto, entre otras cosas: «Dio ejemplo de todas las virtudes durante su vida religiosa en este Colegio, distinguiéndose por su rara humildad, su completa obediencia, su candor angelical y su celo en propagar la devoción de las Sagradas Llagas de nuestro Señor Jesucristo que extendió por muchos pueblos de la provincia y por otras diócesis de España. Ofreció su vida, con larga y penosa enfermedad, llevándola con santa resignación y alegría, por la salvación de España y especialmente por esta ciudad. Su fama de virtud y santidad era tan notoria que ante su cadáver, expuesto dos días en la Capilla de María Auxiliadora, oró todo el pueblo con gran fervor ».


Lo recuerdo perfectamente. Tenia solo nueve años. Posiblemente yo había visto a Sor Eusebia otras veces, pero solo la recuerdo cuando la vi de cuerpo presente, en la Capilla del Colegio, con una gran multitud de personas que entregaban objetos piadosos a una salesiana para que los tocase a su cadáver. Era signo evidente de su fama de santidad. Oí decir muchas cosas de sus «profecías», «revelaciones» y «milagros». Como escribía el señor Párroco de Cantalpino, la Iglesia aun no ha emitido su juicio sobre esto. Dejémoslo por ahora, aunque podríamos hablar de ello como particulares y con nuestra sola ciencia humana.


Yo sé que Sor Eusebia es santa -y la Iglesia lo declarará en su día si lo juzga oportuno- por esas cosas, aunque esas sean signos de santidad. Ella fue santa porque amó entrañablemente a Dios y a los hombres por amor a Dios. Sabía perfectamente cuál es el secreto de la santidad cristiana. Conservo fotocopia de una carta suya en la que escribe a una señorita que quería ser religiosa: «Cuanto más humilde, sencilla y mortificada es un alma tanto más disfruta en la casa de Dios. Pues el alma que es humilde, en cualquier trabajo que la obediencia le mande, ya sea cuidar de la huerta, de los animales, de fregar platos, o pintar, o coser, en todo se encuentra contenta, pues en la casa de Dios nada hay pequeño ni bajo, pues todo es grande a los ojos de Dios. La verdadera santidad no consiste en irse a un rincón a rezar o darse disciplinas o hacer cosas ruidosas, no, nada de eso.  La verdadera santidad consiste en la renuncia de nosotras mismas siguiendo en todo la vida común, y el exacto cumplimiento en todos los deberes que la obediencia nos imponga. Ahí es donde debemos buscar la santidad, y debemos marchar con recta intención de agradar sólo a Dios y de traerle corazones por medio de nuestra abnegación para que se le conviertan y le amen». Bellísima pagina de espiritualidad cristiana. inclínense, señores teólogas y canonistas! ¡Doblen el «espinazo» también quienes buscan en la santidad lo ruidoso, las sucesos extraordinarios, solamente!


Así escribió, incluso con faltas de ortografía, de la santidad cristiana quien la vivió en plenitud y se retrató en cada una de esas palabras. No niego que Sor Eusebia tuviera carismas muy apreciables. Así parece, al menos, desde su más tierna infancia. Desde muy niña, cuando en lo mas crudo del invierno no tenían qué comer y acompañaba a su padre que pedía limosna, ella notaba que la Virgen siempre atendía sus peticiones. Pero me cautiva más lo poco que hasta ahora he podido conocer de su vida interior, ruda y vigorosa, sin hacer ruido. Levanto su alma hasta los sitiales de la deificación, hasta poder cantar en un tono de alegre verdad aquello del místico de las «Nadas», San Juan de la Cruz:


«Mi alma se ha empleado y todo mi caudal en su servicio... ».


Fue fiel a la gracia de DiosEste fue su mensaje entre nosotros. Recibámoslo con veneración. Seamos consecuentes. La presencia de Sor Eusebia en Valverde es un verdadero regalo de Dios. Debemos corresponder. Un proceso de Beatificación y de Canonización es largo. No importa.  Ella dejó tras sí una estela luminosa de virtud y nos señala un camino hacia los valores eternos del espíritu. Su sepulcro, escribió Don Jesús, será glorioso.









 

domingo, 7 de julio de 2024

EL CUIDADO (FORMACIÓN INSPECTORIAL ADMA)



EL CUIDADO


El origen de este documento es la síntesis de la formación que recibimos de Nurya Martínez Gayol, religiosa esclava del Sagrado Corazón, en la celebración de la XXXVIII Asamblea General. Las secretarias de la Asamblea transcribieron sus ponencias. Además de la bibliografía que se refleja en la síntesis, en internet hay una información muy amplia.






***


¡CUIDAR-ME, CUIDAR-TE, CUIDAR-NOS!


Documento de trabajo para la Coordinadora ADMA

(Este documento está sacado, casi en su totalidad, con algunas adaptaciones, del tema que Nurya Martínez-Gayo de aci, ofreció a las Hermanas del santo Ángel - “Angelinas” - con motivo de su Capítulo General XXV)


--------------------------


Cuidarnos mutuamente, agradeciendo la riqueza de la diversidad y el don de cada uno y aceptando nuestra mutua fragilidad, ofreciéndonos comunicación, escucha, diálogo, perdón y misericordia.

-----------------------


Ofrecer signos contraculturales en el uso solidario de los bienes y los recursos como modo de comprometernos en el cuidado de la Casa Común, con nuestros hermanos y hermanas más vulnerables y con las futuras generaciones.


----------------------


“Cuidamos lo que amamos, amamos lo que cuidamos” L. Boff


----------------------


Introducción previa


El cuidado es un modo de ser que pide cambiar nuestro modo de relacionarnos en casi todos los ámbitos de la vida. La fuente del cuidado está en el amor.  Dios ha creado todo cuanto existe por amor y para llevarlo a la plenitud de su amor. En medio permanece el cuidado de Dios, la creación continúa. Dios es creador y cuidador de su criatura, que por ser creada es finita y vulnerable. Nos invita a ser co-creadores con Él, y ante nuestro rechazo, Dios se reinventa constantemente. Su mayor acto de amor es la ENCARNACIÓN: se hace uno de nosotros para cuidarnos y sostenernos desde abajo y desde dentro.


Cambio de Paradigma y Nueva Ética


El paradigma del éxito está muy presente en la sociedad actual, ha comercializado las relaciones y amenaza la naturaleza y a la propia vida humana. No podemos aislarnos de él. En cambio, el paradigma del “cuidado” implica un nuevo modo de estar en la tierra y relacionarnos, saliendo del paradigma del dominio y el éxito en el que vivimos.


Siguiendo al Papa, hemos de acoger muy bien la ecología integral, porque nos damos cuenta de que si cuidamos la tierra también cuidamos a los demás, pero todavía tenemos poca sensibilidad por el cuidado de la tierra como tal. Todo lo creado es sagrado.


Poner el cuidado en el centro exige tres aprendizajes:


a.  Saber cuidar.


b.  Crecer en humanidad aprendiendo a hacer transacciones mutuas de valores que tengan consecuencias positivas para todos.


c. Saber dialogar y comunicar.



1. Cuidar y Descuidar


El cuidar es un don que refuerza la vida y asume una doble función: el curar los daños pasados y la prevención de daños futuros. En el origen de la vida, el ser humano sin cuidado no puede subsistir, ni generar la confianza básica y la seguridad suficiente, que le permitirá arriesgarse a cambios radicales o volver a comenzar cuando se recibe un daño grande en la vida adulta. El cuidar al otro refuerza ese espacio de confianza básica que tenemos dentro y que nos permite rehacernos cada vez que nos sentimos heridos.


.Por el contrario, el descuido genera injusticia, descarte, insolidaridad… Son muchos los descuidos en la actualidad: El maltrato del planeta, la violencia de género, mentiras existenciales que nos destruyen, el "podismo", el "negacionismo", el mito del progreso infinito, el "solucionismo" como negligencia o activismo.



2. Análisis de la realidad


Necesitamos tomar consciencia de la realidad para cambiar de paradigma. Somos limitados, frágiles, vulnerables y vivimos en un planeta limitado. Necesitamos poner límites, lo suficiente es bastante. Invertir la dirección y entrar en el decrecimiento. Hay datos objetivos que nos están invitando a cambios significativos, que no pueden tardar mucho, porque ya pueden tener consecuencias irreparables para las nuevas generaciones.


3. La civilización del éxito


Esta civilización ha sido creada desde el paradigma del éxito. Nos resulta atrayente desde sus relaciones de dominio, la competitividad que nos hace sentirnos importantes, los fundamentalismos, los nacionalismos excluyentes de lo distinto, la cultura del descarte. Es la civilización del guerrero, simbolizada en el puño cerrado, frente a la civilización del cuidado, mano abierta que acaricia atenta a la sensibilización del otro.



4. Del éxito al cuidado


Para hacer la travesía del paradigma del éxito al del cuidado hay que despedirse del paradigma del éxito sin acritud. Ha tenido frutos buenos que hay que agradecer, pero son demasiadas las consecuencias negativas y, por ello, no nos vale para el futuro. La Tierra y la humanidad constituyen una unidad. Es necesaria una visión integral. Todo lo creado es susceptible de convertirse en fuente y medio para el encuentro con Dios. El paradigma del éxito ha generado separación. El paradigma del cuidado nos enseña que todo está interconectado. Necesitamos una nueva mirada, que se sitúe en el centro de la persona y en el centro de la tierra para percibir la vida de otro modo.



5. Los Resortes para el camino


- El reconocimiento del otro con toda su dignidad.


- Reconocimiento de la riqueza que aporta la diversidad.


- Todo está interconectado.


- Lo bueno y lo malo está vinculado y repercute en la totalidad.


- Dejar emerger lo nuevo exige mucha atención y cuidado.


- Hacernos cargo del que sufre, se convierte en espacio de transformación y cambio. El paradigma del éxito nos engaña diciendo que se puede quitar el sufrimiento, cuando es parte esencial de nuestra existencia. Es un mecanismo de alerta para nuestro cuerpo, psique y relación, dar el salto al cuidado y acompañar al otro en su sufrimiento, que sepa que no está solo.


- Desde la conexión con nuestra fuente de vida: Dios. El Dios creador que nos cuida desde el origen, nos acompaña hasta el final. Es un resorte para que el cuidado se instale en nuestra vida como un modo de ser.



6. Fundamento antropológico del cuidado


El cuidado recibido garantiza nuestra humanidad y, al mismo tiempo, nos humaniza el cuidado dado. Todos tenemos la experiencia de haber sido cuidados, de un modo más o menos sano. Si nos hacemos conscientes de los cuidados recibidos, con sus aciertos y desaciertos, podemos aprender a mejorar nuestro modo de cuidar y de recibir cuidados.

En la infancia necesitamos figuras de referencias, que nos regulen, controlen y creen un espacio seguro para desplegarnos, son esenciales para generar el vínculo de seguridad y la confianza básica que construyen una autoestima sana, que nos permita cambiar y transformarnos. El cuidado entre adultos no tiene que regular y controlar, pero sí tiene que amar y ayudar a narrar con novedad las experiencias vividas.

La ausencia de cuidado en la infancia, genera una baja autoestima con su discurso dañino: no merezco ser cuidado, los demás no son buenos, son una amenaza, el mundo es difícil… Además no se crea el impulso interno de convertirse en cuidador, rompiendo la cadena de cuidado generacional.

Al final de la vida también necesitamos ser cuidados y sentir seguridad, saber que tenemos nuestro propio espacio.

El cuidar pide una velocidad propia de la actividad que se está realizando, no se puede hacer como algo automático, instantáneo, necesita tiempo y dedicación. No es lo mismo la asistencia que el cuidado. Exige escucha, atención, silencio.

Tradicionalmente se ha pensado el cuidado como una actividad femenina, casi impuesta.  El cuidado es bueno, nos humaniza, por eso hay que incorporar al varón en los cuidados. Saber cuidar expresa una madurez importante en el ser humano. La mujer, con la identidad asignada por este estereotipo durante siglos, está estructuralmente mejor formada para el cuidado del otro que los varones, pero no para cuidarse a sí misma. Es importante realizar un movimiento reflexivo sobre nosotros mismas que nos haga discernir lo que necesitamos y cuándo.


7. Saber cuidar


a. Cuidado del cuerpo: Parte del descuido es olvidar que somos cuerpo. El cuerpo es un bien insustituible que nos permite comunicarnos y relacionarnos. Parece que nuestra sociedad deifica el cuerpo, pero sólo valora lo bello y musculoso, no el cuerpo real. El cuidado del cuerpo, también tiene que ver con los vínculos afectivos.


b. El cuidado del espíritu: No quitar independencia ni autonomía con nuestros cuidados. Está relacionado con la autoestima, el autoconocimiento y la autorregulación de los sentimientos que siempre están con nosotros, sabiendo que no son buenos ni malos, pero es necesario controlar la expresión de algunos como la ira, la comparación, la envidia…


c. Aprender a cuidar de los cercanos es crear vínculos activos, proyecto de vida, afecto explícito, permanecer, pertenencia, tiempo compartido. Un vínculo bien construido no genera dependencia, sino libertad, da los instrumentos para que el otro pueda salir adelante de modo autónomo. Implica cercanía, el contacto físico genera vínculo y transmite afectos que no se pueden transmitir de otro modo.


d. Aprender a cuidar a los lejanos y extraños es el cuidado de organizaciones e instituciones. Si cuidamos el bien común, cuidamos de los otros que no conocemos. Es un cuidado político, el medio de crear convergencia de intereses y para que la sociedad avance y cambie.


e. El cuidado del intelecto supone dar el paso a una especie de “altruismo cognitivo”. El paradigma del éxito en el ámbito de la inteligencia es costoso, privado y excluyente. El paradigma del cuidado supone la aceptación del intelecto asumiendo su vulnerabilidad y sus límites. Se capacita a cada sujeto para comprender que su intelecto tiene límites que se superan en la cooperación y buscando el bien común. Hay una responsabilidad que cuenta y se desarrolla en función de los demás ¿Quién me puede ayudar en la solución de esto? ¿A quién puedo ayudar en el desarrollo de esto?


f. Aprender a cuidar el planeta.



8. SIETE TESIS SOBRE EL ARTE DE CUIDAR.


El paradigma del cuidado se caracteriza por la interrelación.


a. El escrupuloso respeto de la autonomía del otro. Cuidar nunca puede ser una forma de colonización del otro. Cuidar es respetar al otro en cuanto otro, que pueda vivir y expresarse conforme a su propia identidad. Cuando se cuida en una situación de vulnerabilidad, la responsabilidad del cuidador se activa, pero hay que tener cuidado, para no caer en la tentación de pensar que se sabe mejor lo que necesita la persona cuidada que ella misma. Es importante dejar espacio para el diálogo. Cuidar sin vulnerar la identidad y sin generar dependencias. El sujeto al que se cuida no es una persona sin posibilidades. Al mismo tiempo el sujeto que cuida también tiene que ser respetado en su autonomía. Es necesario el diálogo, el respeto al otro, sin caer en la dejadez y el descuido, ni anular o vulnerar su autonomía, las decisiones libres y responsables. Hay que respetar la libertad de expresión, las creencias… el cuidador no es el salvador todopoderoso.


b. El conocimiento y la comprensión de la circunstancia del sujeto cuidado. Velar por la circunstancia del otro. “Circunstancia” como piensa Ortega y Gasset, es aquello que está fuera de nosotros, pero nos constituye en nosotros: el pasado, los contextos, los valores, las creencias. Todo sujeto que necesita ser cuidado está en un contexto determinado, necesitamos sumergirnos en sus circunstancias. Cuidar desde dentro, desde las claves en que se comprende y se vive la persona cuidada.


c. El análisis de sus necesidades. Cuidar es atender el conjunto de las necesidades del otro, que pueden ser de índole muy distinta: psíquica, social, emocional, espiritual. 

Hay dos premisas: reconocer la dignidad del otro, la capacidad de escucha, observación, recibir al otro para comprenderlo desde dentro; y la segunda premisa es dialogar con él. En el ámbito de los cuidados físicos y psicológicos, a veces se necesitan competencias emocionales específicas y profesionales. Resolver necesidades en el otro es darle herramientas para que pueda cuidar de sí, eso supone valorar la dignidad del otro y las diferencias. Cuidar pasa por asumir que hay necesidades que no pueden ser solventadas y tienen que ser acompañadas para asumirlas. Es necesario un sujeto dispuesto a cuidar y otro dispuesto a ser cuidado. 

Cuidar es una relación. Podemos poner las condiciones de posibilidad, pero no podemos imponer el cuidado.


d. La capacidad de anticipación: cuidar es preocuparse y ocuparse del otro. El ser humano se proyecta hacia el futuro e intenta traer el futuro hacia sí, sabiendo que somos seres vulnerables y podemos equivocarnos. A veces, la urgencia del presente no nos permite mirar mucho hacia el futuro; otras veces, saturar el problema del presente genera más problemas en el futuro.


e. El respeto y promoción de la identidad del sujeto cuidado.  Preservar la identidad del otro, concebir la persona cuidada como un ser dotado de dignidad intrínseca. Si el cuidar se convierte en un modo de suplir al otro es descuido. La madre cuida de su hijo y desea que llegue a ser lo que está llamado a ser, es esencial la protección, pero también el despliegue de sus capacidades, esto marca la diferencia entre cuidar una cosa o a una persona.


f. El auto-cuidado como garantía de un cuidado correcto. El sujeto tiene que estar bien para la misión a la que es llamado. Tenemos que huir del pensamiento de que auto-cuidarse "no" es entregar la vida. El sujeto que se desvive tiene que ser capaz de dar vida y tener un cierto equilibrio emocional para no caer en la proyección de sí mismo o en la instrumentalización del otro para cubrir las propias necesidades. Para dar apoyo, acompañar, dar consuelo,  …El cuidador tiene que estar tranquilo y ser capaz de transmitir todo esto. Las instituciones inteligentes tienen mucho cuidado con sus cuidadores para que no se rompan. Somos personas humanas y tenemos que cuidarnos unas a otras.



g. La vinculación empática con la vulnerabilidad del otro.  El sujeto cuidador tiene una fragilidad constitutiva que le hace salir hacia el otro para cuidar o ser cuidado, pero también puede vulnerar. Es potencia y es límite.

No somos salvadores, somos seres vulnerables que podemos cuidar y curar.  Necesitamos ser conscientes de los límites personales, institucionales, de la realidad, de la estructura… para no dañar. La práctica del cuidar exige un vínculo empático entre el que cuida y el cuidado. Se genera un espacio en el cuidador para que la experiencia del otro se aloje en él y pueda experimentarla y salir en ayuda a su necesidad. Se siente y se vive la alegría o el dolor del otro en la propia vulnerabilidad. Esta empatía es una forma de consentir con el otro, es una comunión que me permite cuidarle desde dentro.  Pero este sentimiento tiene que ser moderado, para que no me invada y me convierta en parte del problema.



CONCLUSIONES

(Sacadas de un artículo de Misión joven del mes de Enero-febrero de 2023 de Carmen Massé García, de la Universidad de Comillas, titulado “Cuidar es humano. Cuidar nos hace humanos” – un mirada antropológica, teológica y ética al cuidado)



En este mundo de incertidumbres políticas y sociales que vivimos, entre pandemias, guerras, cambio climático o confusos meta versos, parece que nos surge la necesidad vital de sacar la cabeza del agua, respirar profundamente y preguntarnos: ¿tiene futuro la humanidad? ¿podemos hacer algo para garantizarlo? La respuesta a estas preguntas pasa necesariamente por el cuidado.


El cuidado está en el origen de lo que somos, en nuestro pasado más remoto, en las entrañas mismas de lo que creemos, en el corazón del cristianismo que cree en un Dios amor que nos cuida.


El cuidado es lo que hace posible el presente, el sentido de lo que hacemos, el alma de cada uno de nuestros hogares, aquello que permite a millones de seres humanos enfermos, niños ancianos, vulnerables y vulnerados, seguir viviendo.

Y no podemos pensar en un futuro humano, humanizado, "humanizante", sin cuidado. Un cuidado universal que llegue a todos sin discriminaciones, cercanos o lejanos, conocidos o desconocidos, amigos o enemigos.

Sería un error dar por supuesto que todos han crecido desde la experiencia de ser amados y cuidados, que todos sabemos y queremos cuidar. Es tarea de todos nosotros educar en el cuidado en los chicos que educamos, crear plataformas pastorales educativas y sociales, en las que aprendamos a cuidar y sentirnos cuidados. Solo así haremos que esta humanidad sea profundamente humana, humildemente divina.


------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------



EL CUIDADO EN LA VIDA RELIGIOSA


(Este punto y el siguiente que se refieren sobre todo, a la vida religiosa y comunitaria, pueden sugerir connotaciones que, debidamente formuladas y apropiadas, pueden servir perfectamente para cada persona y para las Asociaciones a las que pertenecen. En nuestro caso, para ADMA local, nacional, mundial).



El cuidado es algo constitutivo del ser humano, para los creyentes es una tarea fundamental, Dios nos ha creado, el Hijo nos invita a participar en la "co-creación". No es simplemente un paradigma, es vocación y carisma. El cuidado es una prioridad en la misión, a cuidarnos a nosotras mismas y a cada “otra”. Es importante preguntarnos ¿Cómo nos cuidamos a nosotras mismas? ¿Cómo cuidamos de la otra en nuestra vulnerabilidad?


Es necesario hacer un viaje interior para conocernos, curar nuestras heridas y mientras se cura aprender a contenerlas. 

Cuidar es valorar las diferencias, el otro que cuidamos es diferente de mí y necesita algo distinto que yo. Hay cosas que notamos rápidamente, pero se necesita un paso atrás, tomar distancia, para discernir si me he enterado de lo que el otro necesita o he proyectado mi necesidad.


b. Cuidado de nuestra vocación y de la vocación de las otras: Somos "con-vocadas".  El carisma común se encarna en cada una de nosotras de forma única. Respetar la forma como la otra vive su vocación.


c. Cuidarnos en tiempos de crisis.  En momentos de bajón, dificultades o crisis la persona se aísla. Es necesario estar atentas, disponibles, cercanas, con discreción, estando al quite y si es necesario intervenir. Se necesita atención y cercanía. Que la persona sienta que importa y se está preocupada por ella. El cuidado sostenible también hace sostenible la vocación de la otra.


d. Cuidarnos en la fidelidad a las exigencias personales. Somos distintas y la respuesta a la llamada es personal. A veces, se corre el riesgo de relativizar o ridiculizar.

Es imprescindible ayudar a vivir en coherencia con lo que cada una siente, sin exigir, dando espacio. Las exigencias personales se quieren trasladar al “universo entero”, esto no cuida, ni es bueno. Hay personas que tienen unas exigencias personales que deben ser respetadas, el resto tenemos que ayudarlas, no necesariamente hacer lo mismo que ella. Sino las tendrá que vivir fuera. Esas exigencias habrá que discernirlas, pero muchas veces son llamadas verdaderas.


e. Cuidarnos cuando se rompen los vínculos. ¿Cómo cuidamos a las hermanas que dejan la Congregación? ¿Cómo cuidamos a las hermanas que se quedan y se sienten especialmente afectadas por esa salida?  La balanza no se puede inclinar a proteger a las que se quedan. Seguir ocupándose de las que salen, llamarlas, interrogarnos sobre qué ha pasado. El silencio y ocultamiento con el que en otros tiempos se vivieron las salidas no ayuda.


f. Cuidar a la persona, no al cargo.  No hacer invisibles al cuidado a las que no los tienen. Hay que cuidar a cada persona y porque tiene un cargo necesita de más cuidado.

Nos podemos interrogar ¿Por qué cuidamos? ¿Por quién cuidamos? Cuidamos el cuerpo de la congregación y por ello a cada miembro que es insustituible.


g. Respetar el silencio y la soledad. Dejar espacio. Observar, tener atención, estar disponible para intervenir en el momento que la otra lo demande.


h. Cuidar sin agobiar… dejar espacio para las alas. La necesaria distancia que pide todo acompañamiento y autonomía para que el sujeto pueda desplegarse por las vías que quiera. A veces, no hay que hacer nada, sólo estar y que el otro sienta que estás.


Atención, escucha, vigilancia, discernimiento.



i. Cuidar gratuitamente. Sin pasar factura. Aunque yo gano cuando cuido, no puedo cuidar porque gano, o es gratuito o no es cuidado.



EN COMUNIDAD


Es una invitación a cuidar los espacios juntas, misión de todas, conocernos y cuidarnos y para ello generar un ambiente de confianza. Responsabilizarse de la misión de cada una, repensar los espacios cotidianos, como nos cuidamos en esos espacios, cómo manejamos el conflicto, la relación con la autoridad, centrarme en el grupo o en la otra.


Discernir, dialogar.




Cuidar en comunidad supone:


a. Cuidar los tiempos de encuentro


b. Cuidar los espacios comunes


c. Cuidar la misión común


d. Crear un ambiente de confianza desde el conocimiento mutuo


e. Responsabilizarnos de las misiones de cada una


f. Repensar los espacios cotidianos


g. Cuidar, prestar atención, observación, escucha, diálogo y discernimiento



***



Para ayudar a la reflexión:


“CUIDAR-ME”

(Resumen del punto “Cuidar el cuerpo. Creo en la resurrección de la carne”, del artículo “Cuidar `para un mundo humanizado” del religioso camilo José Carlos Bermejo Higuera, en la revista Misión Joven de los meses de Enero-Febrero de 2023).



Se abre paso la conciencia de la responsabilidad de cuidar no solo a quien es próximo por los vínculos de la familiaridad o afectos creados, sino también cuidar la propia persona, la casa común – el planeta -, la ciudad, la humanidad.


El credo de los cristianos dice “creo en la resurrección de la carne” . Y toca a los teólogos y teólogas explicar su significado, seguro que para indicar la esperanza en una vida eterna después de la muerte. De una nueva vida para toda nuestra persona, en todas sus dimensiones.


Yo creo también en la resurrección de la carne en el más acá… Mi fe se va transformando también gracias al estudio de la teología que enseña el Señor sufriente con su rostro interpelante: el del pobre y el enfermo. Un libro para leer cada día, un libro que solo un ciego de corazón no ve y no lee.


Cada vez que “nos ponemos en pie”, resucitamos. Cada vez que conseguimos que triunfe la vida y el amor sobre cualquier forma de muerte y de límite humano, aportamos y experimentamos la resurrección…


Espero que nazca de nuevo nuestra carne, la carne, la salud en nuestro modo de concebir “la carne”. Nace de nuevo la carne cuando ha habido una herida y vemos que, al curarse, crece. Nace de nuevo la carne cuando un órgano que no funciona ha recuperado su funcionalidad. Nace de nuevo la carne cuando una persona recibe un trasplante de un órgano y allí donde se preparaba la muerte, se recupera la vida. Nace de nuevo cuando después de una pandemia se replantea la vida en clave de más justicia y aprendizaje. Nace de nuevo cuando nos resistimos y trabajamos en contra de la irracionalidad de la guerra.


Cada día, cuando nace el sol, resucitamos al alba a la relación, a la carne. Me pongo en pie (porque puedo), pero podemos todos, al menos simbólicamente, para afrontar las cosas de la vida. El día es nueva vida, es oportunidad para ver y mirar las cosas con mirada renovada, con esperanza comprometida.


También el cuidado produce resurrección: cada vez que empujo a otro para que supere cualquier dificultad, he sido instrumento de resurrección. Donde había abatimiento, hay postura erguida, donde había soledad, hay comunión.

Pero creo que hay resurrección en otro sentido...la carne es débil, sí. Lo es porque enferma y porque es vulnerable. Lo es la persona en el fondo, y eso es su genuino significado. Pero la carne es buena, Dios mismo la asumió y se encarnó. La carne, nuestra carne, nuestra condición carnal, es nuestra posibilidad de relacionarnos unos con otros. La carne es puerta de acceso a la experiencia de placer, pero no sólo. La carne es posibilidad de aproximarnos, de vincularnos, de querernos tangiblemente. Es vínculo y vehículo, es expresión… Espero en la resurrección de un nuevo modo de mirar, de un nuevo modo de tocar, un nuevo modo de escuchar, de un nuevo modo de gustar las cosas y de la vida, de un nuevo modo de oler cuanto nos rodea. Espero porque deseo la salud en todos los sentidos, ahora que podemos renacer tras la pandemia integrando tanta muerte como hemos vivido



“CUIDAR-TE”


-Más que nunca, es necesaria hoy una ética del cuidado, cuyo principal activo sea la virtud de la atención al otro expresada en la cercanía la acogida, la atención o la sanación de las heridas que mortifican a nuestros hermanos y hermanas.


-El porqué de esta implicación en la vida de los demás para acariciar, abrazar o vendar corazones está en la dignidad que compartimos: la de ser hijos de Dios en una fraternidad universal.


-No cabe dar rodeos ante el dolor ajeno, ni permanecer indiferentes ante el sufrimiento de mi hermano herido, o el vivir en una auto-referencialidad egoísta.


-La ética del cuidado nos compromete a descentrarnos y a mirar la realidad desde otro ángulo, desde otro paradigma. Se trata de poner delante siempre a los otros. Es una propuesta que en labios de Jesús de Nazaret suena absolutamente revolucionaria: no dar rodeos ante alguien que ha sido apaleado y abandonado a la vera del camino (cfr. Lc 15, 11-32); dar a quien te pide sin esperar nada a cambio (cfr. Lc 6,30); abrigar soledades (cfr. Lc 6, 29); tocar heridas y vendar desesperanzas (cfr Lc 5, 12-26).



“CUIDAR-NOS”


Amar a los demás como te amas a ti mismo tiene solo una medida: la del amor a Dios porque hemos sido amados primero, de forma "des-medida".


-Amarnos como nos ama Dios, es decir, preocupados por los demás, atentos a sus necesidades, despreocupados por nosotros mismos cuando se trata de cuidar al hermano.


-En clave evangélica, "cuidar-nos" solo puede entenderse desde la invitación de Jesús a salir de uno mismo y renunciar a ser el centro de nuestras preocupaciones ( cfr. Mt 16, 24-28), dejando a los otros en su segundo plano.


-El Papa Francisco nos ayuda a comprender que hoy nuestra presencia en el mundo debe poner mayormente de relieve la misericordia y la ternura en un mundo de soledades y violencia, vulnerabilidad y abandono.


-Francisco apunta al corazón del ser humano a poner por delante a quien sufre y sangra, a cuidar con mimo olvidándonos de nosotros mismos.


-Jesús de Nazaret propone la renuncia a uno mismo y la entrega de la vida por amor, por puro amor.


-Y desvivirse es cuidar a las personas con las que comparto la vida.


-Surge aquí inevitablemente la pregunta ¿Y quién cuida al cuidador?  También Jesús responde: “Yo estoy con vosotros siempre” (cfr. Mt 28, 16-20) y “será el espíritu quien pondrá en mí la fuerza”.


-Recordemos que hay más alegría en dar que en recibir (cfr. Hch 20, 35), que la renuncia a uno mismo es poner en el centro a mi hermano herido y abandonado y cuidarlo como yo me siento cuidado y amado por Dios mismo, dejando que su Espíritu hable por mi boca y se exprese a través de mis manos que sanan y abrazan. Pura gracia que cicatriza heridas y alienta la esperanza, también en el corazón del sanador.



-------------------------------------------




“Aterrizando”



1. Diálogo informal y espontáneo sobre el documento.



2. Aspectos a resaltar en general



3. Fijamos algunos aspectos concretos válidos para aplicarlos a las personas concretas (“Cuidar-ME”), a la Coordinadora (“Cuidar-TE”), a las Asociaciones ADMA en general (“Cuidar-NOS”).



4. ¿Merece la pena lanzar este documento en las 6 zonas ADMA?  ¿Qué retoques habría que hacerle? ¿Qué pistas darles para que lo estudien y saquen sus conclusiones?







domingo, 30 de junio de 2024

NUEVO PRESBÍTERO EN LA SOLEMNIDAD DE SAN PEDRO Y SAN PABLO, SÁBADO MARIANO (29/JUN/2024)

 




Fotografía de archivo (24/05/2014)


"Yo tus auxilios vengo a pedir, Virgen Santísima, ruega por mí"



Con estas palabras de Mamá Margarita nos unimos al gozo de la Iglesia ante la ordenación de un nuevo presbítero



“Querido Juan, has vestido el hábito sacerdotal; yo experimento con este hecho todo el consuelo que una madre puede sentir ante la suerte de su hijo. Pero recuerda que no es el hábito lo que honra tu estado, sino la práctica de la virtud. Si un día llegases a dudar de tu vocación, ¡por amor de Dios!, no deshonres ese hábito. Quítatelo enseguida. Prefiero tener un pobre campesino a un hijo sacerdote  negligente con sus deberes. Cuando viniste al mundo te consagré a la Santísima Virgen; al iniciar los estudios te recomendé la devoción a esta nuestra Madre; ahora te aconsejo ser todo suyo: ama a los compañeros devotos de María”.


Margarita Occhiena a su hijo San Juan Bosco





Que la Virgen te auxilie en la camino del servicio y la santidad