En estos días de preparativos para la
PEREGRINACIÓN EXTRAORDINARIA DE OTOÑO CON MARÍA AUXILIADORA AL RECINTO ROMERO, en los que todo el mundo está liado con sus cosas, hagamos un parón para preguntarnos:
¿HE RECIBIDO YO A MARÍA EN MI CASA?
¿LA HE ACOGIDO EN MI VIDA?
¿EL TESTAMENTO DE JESÚS EN LA CRUZ, SE HA HECHO REALIDAD EN MÍ?
Preguntas que quizás no tengan eco estos días pero que deberíamos plantearnos alguna vez, cuando todo pase y el alma esté más sosegada.
La Romería no es la meta del peregrino, ni del romero siquiera. Nuestra meta es el Cielo, hacia el que vamos caminando de la mano de María. Ésa es la símbología de nuestra Romería y de cualquier peregrinación. Si la meta fuera la Romería, nos olvidaríamos de la Virgen, principio y fin de la misma, al día siguiente. Pero no, nuestra meta es el cielo, y la Romería un punto álgido en el camino, una subida a la cima para tomar aire, para sentirnos más cerca de la Virgen o sentir a la Virgen más cerca de nosotros que, sin duda, siempre lo está.
Aprovechemos estos últimos meses del año del aniversario que se nos ofrece como una gracia del Señor, para dar respuesta positiva a las preguntas iniciales y entonces, sólo entonces, alcanzaremos el verdadero jubileo del cielo que nos viene por MARÍA AUXILIADORA, Patrona y Gloria de los pozocamineros.
¡¡FELIZ PEREGRINACIÓN A TODOS!!