HIMNO DE VÍSPERAS (I)
ESTÁS, MARÍA,
LLENA DE GRACIA,
CANTAS AL NIÑO
GOZOSAS NANAS.
FUEGO DE AMOR
TU SENO ABRASA
Y SE HACE MÚSICA
EN TU GARGANTA.
EL NIÑO DUERME,
TÚ AL PADRE ALABAS.
SU HERMOSO CUERPO
LLEVA LA SAVIA
DEL TEMPLO VIRGEN
DE TUS ENTRAÑAS.
TU CORAZÓN,
ALEGRE, DANZA;
TUS TIERNOS PECHOS
LA LECHE MANAN,
Y ESTÁ TU ESPÍRITU
EN DULCE CALMA.
LLEGAN PASTORES
DE LAS MONTAÑAS,
RIELA EN SUS OJOS
ANTIGUA ESCARCHA,
EN SUS ZURRONES
GRAN ESPERANZA
DE CONTEMPLAR
AL SOL DEL ALBA,
REY DE LOS ÁNGELES
DE BLANCAS ALAS.
AHÍ ESTÁ EL NIÑO
EN PULCRAS SÁBANAS.
¡QUÉ BELLO ES!
¡QUÉ PAZ EMANA!
LOS PASTORCILLOS
SIENTEN EL ALMA
SUBIDA AL CIELO,
RECONFORTADA,
Y, ALBOROZADOS,
GRITAN: ¡HOSANNA!
Y TÚ, MARÍA,
LLENA DE GRACIA,
GUARDAS SILENCIO
EMOCIONADA.
ESTAS NOTICIAS
EXTRAORDINARIAS
LAS ATESORAS
PARA EL MAÑANA.
TU INTERIOR REZA:
¡DIOS MÍO! ¡HOSANNA!
GLORIA AL PADRE, Y AL HIJO, Y AL ESPÍRITU SANTO. AMÉN.
HIMNO DE LAUDES
TIENEN TUS OJOS
LA TRANSPARENCIA
DEL SANTO GOZO;
TAN LUMINOSOS,
MUESTRAN LA ESENCIA
DEL PODEROSO;
Y COMO FOSOS
DE TRANSCENDENCIA
CANTAN LA HERENCIA
QUE UN DÍA TODOS
HAN DE VIVIR.
LLEVA TU SENO
LA LUZ DEL DÍA,
EL SOL ETERNO
QUE SIEMPRE BRILLA.
AY QUÉ CONTENTO
CUANDO ILUMINA
MI POBRE VIDA
Y EN UN REFLEJO
DE LIMPIO ESPEJO
SOY LUZ DIVINA
NACIDA EN TI.
VIRGEN MARÍA,
LLENA DE GRACIA,
DAME LA DICHA
DE SER TU ESCLAVA,
SÉ MI ABOGADA;
TÚ, MADRE MÍA,
RUEGA POR MÍ.
AMÉN.
HIMNO DE VÍSPERAS (II)
HABLA TU VOZ:
"¡NIÑO RECIÉN NACIDO DE LA ETERNIDAD,
AHORA QUIERO CANTAR A TU MADRE!
¡MI CANTO HA DE SER HERMOSO,
COMO NIEVE TEÑIDA POR ARREBOLES DE ALBORADA!
¡ALLÉGRATE, VIRGEN MARÍA,
HIJA DE MI MUNDO,
HERMANA DE MI ALMA;
ALÉGRATE, ALEGRÍA DE MI ALEGRÍA!
¡YO SOY UN PEREGRINO A TRAVÉS DE LAS NOCHES;
PERO TÚ ERES UNA MORADA ENTRE LAS ESTRELLAS!
¡YO SOY UNA COPA SEDIENTA;
PERO TÚ ERES UN ANCHUROSO MAR DEL SEÑOR!
¡ALÉGRATE, VIRGEN MARÍA;
FELICES PROCLAMO A QUIENES TE PROCLAMAN DICHOSA!
¡YA NUNCA HABRÁ DE DESESPERARSE NINGÚN HUMANO!
¡YO SOY UN AMOR UNIDO;
QUIERO PERSEVERAR DICIENDO A TODOS:
UNA DE ENTTRE VOSOTROS HA SIDO ENSALZADA
POR EL SEÑOR!
¡ALÉGRATE, VIRGEN MARÍA,
ALAS DE MI MUNDO, CORONA DE MI ALMA;
ALÉGRATE, ALEGRÍA DE MI ALEGRÍA!
¡FELICES PROCLAMO A QUIENES
TE PROCLAMAN DICHOSA!" AMÉN.
MEDITACIÓN
María, Madre de Dios, Madre del Príncipe de la Paz
La fiesta de Navidad renueva en nosotros los primeros instantes de Jesús, nacido de la Virgen María. Y nosotros, al adorar el nacimiento de nuestro Salvador, celebramos nuestro propio origen. En efecto, el pueblo cristiano comienza en el momento de venir Cristo al mundo: el aniversario de la cabeza es el aniversario del cuerpo.
Ahora bien, entre los tesoros de la generosidad divina ¿podemos encontrar algo más de acorde con la dignidad de la fiesta de Navidad que la paz proclamada por el canto de los ángeles en el nacimiento del Señor? (Lc 2,41). Porque es la paz la que engendra hijos de Dios, la que favorece el amor, la que hace nacer la amistad, la que es el descanso de los bienaventurados, la morada de la eternidad. Su obra propia, su particular beneficio es unir a Dios los que ella separa del mundo... Puesto que, los que «no han nacido de sangre, ni de amor carnal, ni de amor humano» sino que «nacen de Dios» (Jn 1,13) deben ofrecer al Padre la voluntad unánime de hijos constructores de paz. Todos los que, por adopción han llegado a ser miembros de Cristo, deben acudir presurosamente y encontrarse junto al primogénito de la nueva creación, el que ha venido «no a hacer su propia voluntad, sino la voluntad del que lo ha enviado (Jn 6,38). Los que la gracia del Padre adopta como herederos no están divididos o en contraste entre ellos sino que tienen los mismos sentimientos y el mismo amor. Los que son recreados según la Imagen única (cf Hb 1,3; Gn 1,27) deben tener un alma que les asemeje. El nacimiento del Señor Jesús, es el nacimiento de la paz. Tal como lo dice san Pablo: «Él es nuestra paz» (Ef 2,14).
SAN LEÓN MAGNO
Gran predicador y escritor, fue obispo de Roma;
desarrolló una ingente labor de mediación
para evitar la violencia de las incursiones bárbaras (+461)