Desde niño, la devoción y el amor a
la Santísima Virgen marcaron la vida de San Antonio María Claret. La Virgen Santísima era
para él la estrella que le guiaba en su vida. Siempre la visitaba en el altar de
su parroquia y se imaginaba que sus oraciones subían al cielo por unos "hilos
misteriosos". Le gustaba visitar a la Santísima Virgen en su santuario de
Fusimaña.
De niño, todos los días rezaba una
parte del Santo Rosario y cuando mayor lo rezaba completo, los quince misterios
todos los días. Era gran devoto del Santo Rosario a tal punto que la Virgen le
dijo un día: "Tú serás el Domingo de estos tiempos. Promueve el Santo
Rosario"
Pasaba largo tiempo frente a una
imagen de la Virgen haciendo sus oraciones y rezos, y hablándole con cordialidad
y confianza, porque estaba convencido de que la Santísima Virgen lo
escuchaba...
En obsequio a la Virgen María se
abstenía no sólo de pecados mortales, sino hasta de veniales, de faltas e
imperfecciones, y aún se abstenía de cosas lícitas, solo para mortificarse y
abstenerse de alguna cosa en obsequio a María Santísima.
El amaba a María, pero María le amaba
más a él, pues siempre le concedía lo que pedía y aún cosas que nunca pidió, le
concedió. La Virgen Santísima lo libró de enfermedades, de peligros y aun de la
muerte muchas veces, por mar o por tierra; le libró de tentaciones y de
ocasiones de pecar.
Decía el Santo: "Ya veis cuanto
importa ser devoto de María Santísima. Ella os librará de males y desgracias de
cuerpo y alma. Ella os alcanzará los bienes terrenales y eternos. ...Rezadle el
Santo Rosario todos los días con devoción y fervor y veréis como María Santísima
será vuestra Madre, vuestra abogada, vuestra medianera, vuestra maestra, vuestro
todo después de Jesús".
En otro lado dice: "Ni en mi vida
personal, ni en mis andanzas misioneras podía olvidarme de la figura maternal de
María. Ella es todo corazón y toda amor. Siempre la he visto como Madre del Hijo
amado y esto la hace Madre mía, Madre de la Iglesia, Madre de todos. Mi relación
con María siempre ha sido muy íntima y a la vez cercana y familiar, de gran
confianza. Yo me siento formado y modelado en la fragua de su amor de Madre, de
su Corazón lleno de ternura y amor. Por eso me siento un instrumento de su
maternidad divina. Ella está siempre presente en mi vida y en mi predicación
misionera. Para mí, María, su Corazón Inmaculado, ha sido siempre y es mi
fuerza, mi guía, mi consuelo, mi modelo, mi Maestra, mi todo después de
Jesús".
IMAGEN: CUADRO QUE COLGABA EN LA HABITACIÓN DE SAN ANTONIO Mª CLARET
CON ESTE ARTÍCULO FELICITAMOS A LA FAMILIA CLARETIANA EN EL DÍA DE SU FUNDADOR