Por pereza, por falta de tiempo, porque es una devoción anticuada... Quizás hayas usado alguna de estas excusas para no rezar el Santo Rosario. Sin embargo, una de las características que la Iglesia tiene en cuenta para identificar a los santos es, precisamente, la devoción mariana. La recomendación de rezar esta oración, enraizada en la tradición de la Iglesia, es una constante entre quienes más cerca estuvieron del Señor durante su vida. Por muchas que sean las excusas, más son las razones que dieron para descolgar nuestra plegaria por las cuentas del rosario
ALGUNAS FRASES SOBRE EL ROSARIO
- «La aversión diabólica, denunciada por los místicos, hacia el Rosario nace de esto: para realizar un acto tan fácil y típico de niños y de viejos como es desgranar el rosario, hay que vencer completamente el respeto humano y el orgullo, hijos de Satanás. Quien alimenta tanto odio hacia una devoción semejante es porque ve en ella un abismo de humildad y el arma de los pobres de espíritu según el Evangelio» (Vittorio Messori)
- «No hay problema, por más difícil que sea, temporal y, sobre todo, espiritual; se refiera a la vida personal de cada uno o a la vida de nuestras familias o comunidades religiosas, o a la vida de los pueblos y naciones; no hay problema, repito, por más difícil que sea, que no podamos resolver ahora con el rezo del Santo Rosario» (Sor Lucía, vidente de Ntra. Sra. de Fátima)
- «Si nos dieran un programa más difícil de salvación, muchas almas que se condenarán tendrían el pretexto de que no pudieron realizarlo. Pero el programa es brevísimo y fácil: rezar el Rosario. Con él, practicamos los santos mandamientos, aprovechamos la frecuencia de los sacramentos, procuraremos cumplir perfectamente nuestros deberes y hacer lo que Dios quiere de cada uno de nosotros». (Sor Lucía, vidente de Ntra. Sra. de Fátima)
- «No encuentro otro medio más poderoso para atraer sobre nosotros el reino de Dios que unir a la oración vocal la oración mental, rezando el Santo Rosario y meditando sus misterios» (San Luis María Gringion de Montfort).
- «El Rosario es mi oración predilecta. Con el trasfondo de las Avemarías, pasan ante los ojos del alma los episodios principales de la vida de Jesucristo. El Rosario nos pone en comunión vital con Jesucristo, a través del corazón de su Madre. Al mismo tiempo, nuestro corazón puede incluir en el Rosario todos los hechos que entraman la vida del individuo, la familia, la nación, la Iglesia y la Humanidad. Experiencias personales o del prójimo, sobre todo de las personas más cercanas o que llevamos más en el corazón. De este modo, la sencilla plegaria del Rosario sintoniza con el ritmo de la vida humana» (Juan Pablo II)
- «El Rosario es un Evangelio compendiado y dará a quienes lo rezan los ríos de paz de que nos habla la Escritura; es la devoción más hermosa, más rica en gracia y gratísima al corazón de María. Sea éste, hijos míos, mi testamento» (Beato Pío IX).
- «¡Amen a la Virgen y háganla amar. Recen siempre el Rosario!» (San Pío de Pietrelcina)
- «Si la Virgen lo ha recomendado siempre calurosamente, dondequiera que ha aparecido, ¿no nos parece que debe ser por un motivo especial?» (San Pío de Pietrelcina)