domingo, 15 de noviembre de 2009

15 DE NOVIEMBRE: BEATA MARÍA DE LA PASIÓN, FUNDADORA DE LAS FRANCISCANAS MISIONERAS DE MARÍA



Hélène Marie Philippine de Chappotin de Neuville, en religión María de la Pasión, nació el 21 de mayo de 1839 en Nantes, Francia, de una familia noble y cristiana. Desde la infancia manifestó notables dones naturales y una fe profunda.



En abril de 1856, en unos ejercicios espirituales, hizo una primera experiencia de Dios que la llamaba a una vida de consagración total. La improvisa muerte de su madre retrasó la realización. Sin embargo, en diciembre de 1860, con el consentimiento del obispo de Nantes, entró en las Clarisas, atraída por el ideal de sencillez y pobreza de San Francisco.



El 23 de enero de 1861, aún postulante, tuvo una profunda experiencia de Dios que la invitaba a ofrecerse como víctima por la Iglesia y el Papa. Esta experiencia marcó toda su vida. Cayó gravemente enferma y tuvo que dejar el monasterio. Una vez restablecida, su confesor la orientó hacia la Sociedad de María Reparadora, en la que ingresó en mayo de 1864. El 15 de agosto de ese mismo año, en Toulouse, recibió el hábito con el nombre de María de la Pasión.



En marzo de 1865, aún novicia, fue enviada a la India, al Vicariato apostólico del Maduré, encomendado a la Compañía de Jesús, donde las Reparadoras tenían como tarea principal la formación de las religiosas de una congregación autóctona y otras actividades apostólicas. En Maduré, el 3 de mayo de 1866, María de la Pasión pronunció los votos temporales.


Por sus dones y virtudes fue nombrada superiora local y seguidamente, en julio de 1867, provincial de los tres conventos de las Reparadoras. Bajo su dirección se desarrollaron las obras de apostolado, se restableció la paz, un tanto turbada por tensiones anteriores, y volvió a florecer el fervor y la regularidad en las comunidades. En 1874, fundó una nueva casa en Ootacamund, en el Vicariato de Coimbatore, asignado a las Misiones Extranjeras de París. Pero en Maduré las disensiones se agravaron hasta tal punto, que veinte religiosas, entre ellas María de la Pasión, se vieron obligadas, en 1876, a dejar la Sociedad de María Reparadora. Se reunieron en Ootacamund bajo la jurisdicción del Vicario Apostólico de Coimbatore, Mons. José Bardou, M.E.P.
En noviembre de 1876, María de la Pasión se dirigió a Roma para regularizar la situación de las veinte hermanas separadas y obtuvo de Pío IX, el 6 de enero de 1877, la autorización de fundar un nuevo instituto, específicamente misionero, bajo el nombre de Misioneras de María.



Por sugerencia de la Congregación de Propaganda Fide, María de la Pasión abrió en Saint-Brieuc, Francia, un noviciado que acogió rápidamente numerosas vocaciones. En abril de 1880 y en junio de 1882, regresó a Roma para resolver las dificultades que amenazaban la estabilidad y el crecimiento del joven Instituto. El último viaje, en junio de 1882, marcó una etapa importante en su vida: se le autorizó a fundar en Roma una casa y, llevada por circunstancias providenciales, encontró la orientación franciscana indicada por Dios veintidós años antes. El 4 de octubre de 1882, en la iglesia del Aracoeli fue recibida en la Tercera Orden de San Francisco y entró en relación con el Siervo de Dios, el padre Bernardino de Portogruaro, ministro general de la Orden de Frailes Menores, que en sus pruebas la apoyó con paternal solicitud.



En marzo de 1883, María de la Pasión fue destituida de su función de superiora del Instituto a causa de acusaciones infundadas. Pero, después de una investigación ordenada por León XIII, se reconoció plenamente su inocencia y fue reelegida en el capítulo de julio de 1884.



El Instituto tuvo un rápido desarrollo: el 12 de agosto de 1885 recibió el Decretum laudis y el de afiliación a la Orden de Hermanos Menores; el 17 de julio de 1890 se aprobaron las Constituciones ad experimentum y, definitivamente, el 11 de mayo de 1896. Desde ese momento se comenzaron a enviar misioneras incluso a los lugares más lejanos y peligrosos.



El celo misionero de la fundadora no conoció límites para responder a las llamadas de los pobres y abandonados. También la promoción de la mujer y la situación social le interesaban particularmente; con inteligencia y discreción ofrecía a los pioneros que trabajan en este campo una colaboración que ellos apreciaban mucho.



Su intensa actividad y su dinamismo brotaban de la contemplación de los grandes misterios de la fe. Para María de la Pasión todo confluía en la Unidad-Trinidad de Dios Verdad-Amor, que se da a nosotros a través del misterio pascual de Cristo. Unida a estos misterios vivía su vocación de ofrenda en una dimensión eclesial y misionera. Jesús Eucaristía era para ella «el gran misionero» y María, en la disponibilidad de su «Ecce», trazaba el camino de la donación sin reserva a la obra de Dios. De este modo abrió a su Instituto los horizontes de la misión universal, cumplida en el espíritu evangélico de sencillez, pobreza y caridad de San Francisco de Asís.



Con gran esmero cuidaba, no solamente de la organización exterior de las obras, sino sobre todo de la formación espiritual de las religiosas. Dotada de una extraordinaria capacidad de trabajo, encontraba tiempo para redactar numerosos escritos de formación, y para mantener una frecuente correspondencia con sus misioneras esparcidas por el mundo, invitándolas con insistencia a una vida de santidad. En 1900, el Instituto recibió el sello de sangre con el martirio en China de siete Franciscanas Misioneras de María, beatificadas en 1946 y canonizadas en el transcurso del gran jubileo del año 2000. Este martirio fue para María de la Pasión, además de un gran dolor, un inmenso gozo, una emoción intensa por ser la madre espiritual de estas misioneras que supieron vivir el ideal de su vocación hasta el derramamiento de su sangre.



Agotada por las fatigas de incesantes viajes y por el trabajo cotidiano, María de la Pasión, después de una breve enfermedad, murió serenamente en San Remo el 15 de noviembre de 1904, dejando más de dos mil religiosas y ochenta y seis casas insertas en cuatro continentes. Sus restos mortales reposan en un oratorio privado de la casa general del Instituto en Roma. El papa Juan Pablo II la beatificó el 20 de octubre de 2002.



[L'Osservatore Romano, edición semanal en lengua española, del 25-X-2002]

viernes, 13 de noviembre de 2009

LA FAMILIA SALESIANA DE POZO CON EL RECTOR MAYOR


"Os agradezco de corazón las manifestaciones de cariño y, de modo especial, las oraciones por la inesperada muerte de mi hermano mayor Miguel Ángel. "Dios es ya su casa y su descanso", ha escrito Don Chávez agradeciendo a quienes han hecho llegar un mensaje o un signo de cariño y cercanía por la reciente y repentina desaparición del hermano Miguel Angel.



"El evangelio leído hoy en la Eucaristía se ha transformado para Miguel en realidad alegre, en promesa cumplida - continúa el Rector Mayor - El Hijo del hombre ha llegado para él repentinamente la tarde del 11 de noviembre como resplandor que ilumina ya completamente su vida. Miguel ya está en el reino de Dios, que todavía para nosotros queda en el corazón. Eso me consuela inmensamente, como también vuestra cercanía, que conforta también a la esposa Martha y a los hijos Miguel, Sandra, Myriam, Robin y Jorge, con sus familias. Dios, amante de la vida sea nuestra razón para vivir, hoy y siempre!”.
DESDE ESTE HUMILDE RINCÓN NOS UNIMOS AL RECTOR MAYOR EN UNA SÚPLICA ESPERANZADA A LAS PLANTAS DE NUESTRA AUXILIADORA

CUANDO "FRAY" AMIGO SE VA...

La Catedral de Sevilla acogerá hoy viernes, día 13, festividad de SAN DIEGO DE ALCALÁ, la Eucaristía de acción de gracias en la que mons. Carlos Amigo Vallejo se despedirá de la que ha sido su diócesis durante los últimos 27 años. La misa comenzará a las ocho de la tarde y el acceso será libre. A tal fin se abrirán las puertas de San Miguel, Bautismo y Campanillas. La imagen de la Virgen de los Reyes, patrona de la Archidiócesis, presidirá el altar de plata en la Nave del Crucero.

RESTAURACIÓN DEL AZULEJO TRIANERO DE LA PARROQUIA



El pasado día 7 de Noviembre, fiesta de MARÍA MEDIADORA DE TODAS LAS GRACIAS, se procedió a afianzar el azulejo trianero que adorna la fachada principal de nuestra Parroquia. El azulejo se encuentra en perfecto estado pues se encuentra enmarcado dentro de un armazón de hierro que se ha afianzado de nuevo al muro. Se han cambiado los azulejos que lo rodeaban, quedando tal y como se aprecia en las fotografías.

LA REINA DEL MIÉRCOLES SANTO DE LUTO











MARÍA, MEDIADORA DE TODOS LAS GRACIAS



La fiesta de María Mediadora de todas las Gracias la instituyó el Papa Benedicto XV en 1921; en ella se nos invita a recurrir siempre con confianza a esta mediación de la Madre del Redentor.


La Santísima Virgen, predestinada, junto con la Encarnación del Verbo, desde toda la eternidad, cual Madre de Dios, por designio de la Divina Providencia, fue en la tierra la esclarecida Madre del Divino Redentor, y en forma singular la generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor. Concibiendo a Cristo, engendrándolo, alimentándolo, presentándolo en el templo al Padre, padeciendo con su Hijo mientras Él moría en la Cruz, cooperó en forma del todo singular, por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad en la restauración de la vida sobrenatural de las almas. por tal motivo es nuestra Madre en el orden de la gracia. (Lumen Gentium, 61)

Y esta maternidad de María perdura sin cesar en la economía de la gracia, desde el momento en que prestó fiel asentimiento en la Anunciación, y lo mantuvo sin vacilación al pie de la Cruz, hasta la consumación perfecta de todos los elegidos. Pues una vez recibida en los cielos, no dejó su oficio salvador, sino que continúa alcanzándonos por su múltiple intercesión los dones de la eterna salvación. Con su amor materno cuida de los hermanos de su Hijo, que peregrinan y se debaten entre peligros y angustias y luchan contra el pecado hasta que sean llevados a la patria feliz. Por eso, la Santísima Virgen en la Iglesia es invocada con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro, Mediadora. Lo cual, sin embargo, se entiende de manera que nada quite ni agregue a la dignidad y eficacia de Cristo, único Mediador.

Porque ninguna criatura puede compararse jamás con el Verbo Encarnado nuestro Redentor; pero así como el sacerdocio de Cristo es participado de varias maneras tanto por los ministros como por el pueblo fiel, y así como la única bondad de Dios se difunde realmente en formas distintas en las criaturas, así también la única mediación del Redentor no excluye, sino que suscita en sus criaturas una múltiple cooperación que participa de la fuente única. La Iglesia no duda en atribuir a María un tal oficio subordinado: lo experimenta continuamente y lo recomienda al corazón de los fieles para que, apoyados en esta protección maternal, se unan más íntimamente al Mediador y Salvador. (Lumen Gentium, 62)